viernes, 13 de abril de 2018

El Tercer Concilio (LV - XVIII)

La nueva incorporación al equipo de «man no name» era Abisinio Simón Sisa, de 29 años. Un hombre delgado, de hombros caídos, y chepa incipiente, que empezaba también a echar tripa. Calvo desde los 20 y falto de dentición por un nefasto accidente que, para más inri, también le dejó tuerto; era un hacker mediocre tirando a peor. Con todo, era bastante más decente que Gumersindo Peralta Romero, alias GumPeR. Abisinio, alias Abyss, o Sima en la lengua de Cervantes, que por los dos nombres era conocido, no era el mejor, pero sabía venderse bien. Era un tío perseverante tirando a cabezón que si algo no le salía, removía Roma con Santiago hasta que lo conseguía. No se sabe con seguridad la razón por la que el hombre sin nombre lo escogió entre tantos prohombres del mundo hacker. Sentencia pensaba que lo había fichado porque con su facha era poco probable que gastase el tiempo en mujeres. Y de las de mala fama ya se encargaría el jefe en no proporcionarle tanto dinero como para que se entretuviera con ellas en demasía. La tacañería del hombre sin nombre es legendaria. No se le escaparía este como el L0pthR, volando de ciudad en ciudad. Le había dado habitación en el antiguo piso de GumPeR, y le cubría los gastos poco más que para comer. Le había prometido mucho dinero, pero para cuando hubiese terminado su cometido. Algo que lo más seguro terminaría junto con sus días, de puro viejo... o quizá no tanto.

Pero si algo no tenía Abisinio era un pelo de tonto. Volcó todo el contenido de la tarjeta SD misteriosa a un disco duro nuevo y le pasó varios antivirus con la esperanza de que algo de los códigos maestros hiciera saltar las alarmas. Lo que era lógico. El virus distribuido estaba protegido, pero los códigos maestros no tenían por qué estarlo. No tendría sentido. Cuando decenas de software antivirus no detectaron nada, le pareció raro. No obstante, desarrolló un algoritmo con bash que hiciera búsquedas con múltiples objetivos: indicios de firmas criptográficas, posibles códigos fuente, firmas de ejecutables de varios sistemas operativos y distros de GNU/Linux, archivos comprimidos, etc. Esta búsqueda sí arrojó bastantes resultados, pero después de algunos días los descartó todos. No había rastro de archivos fantasma en la SD, tampoco los acrósticos acostumbrados. Abisinio sabía que una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que sea, debe ser la verdad. Así que lo asumió y lo aceptó: la tarjeta SD no tenía los códigos y era quizás un señuelo. No gastó tiempo dudando de sí mismo ni de su resultado. Hizo lo que tenía que hacer. Convocar el tercer concilio. Y el tercer concilio tuvo lugar.

Sauron: Señor, su siervo le aguarda en respetuoso silencio.

(En esta ocasión Abisinio está usando mismo usuario que utilizara L0pthR.)

Morgoth: Aquí estoy hijo mío.

Witch-king of Angmar: Joder, este protocolo no me gusta nada. Ya está, ya lo he dicho.

Morgoth: Calla insensato. Limítate a hablar cuando se te diga Witch-king.

Witch-king of Angmar: Vale... esto... Señor. Su siervo «le aguanta en respetuozo silensio».

Morgoth: Hijo mío, no hagas caso y dime por qué has convocado el concilio.

Sauron: Como ordene. He analizado la memoria y puedo decir sin ningún atisbo de duda que es un señuelo.

Witch-king of Angmar: «Sin nigbun adisbo de duda...» ¿Cómo que es un señuelo? Cabrón de mierda. ¿Sabes lo que costó conseguirla? No has investigado lo suficiente. Tiene que ser la auténtica.

Morgoth: Calla Sentencia y no me jodas.

Witch-king of Angmar: ¿Qué hace jefe? ¿No dijimos que nada de nombres y que ni siquiera los alias?

Morgoth: ¡GRUMPLFX! ¡Mira lo que me has hecho hacer, mentecato! No digas una palabra más. Déjamelo a mi.

Witch-king of Angmar: Sea.

Morgoth: Hijo mío, Sauron. ¿Qué quieres decir con que es un señuelo? ¿Podrías explicarte mejor?

Sauron: Por supuesto, señor. Quiero decir que la memoria que me dieron no contiene códigos maestros ni programas de ningún tipo.

Morgoth: Eso no puede ser. ¿Estás seguro?

Sauron: Totalmente.

Witch-king of Angmar: ¿Sabes lo que estás diciendo, niñato? Dos hombres han muerto para que tengamos esa puta memoria en nuestro poder.

Sauron: Eso no es cosa mía.

Witch-king of Angmar: ¿Vé jefe? Que no es cosa suya... ¡Será gilipollas el tío...!

Morgoth: Silencio inútil. Deja que se explique. A ver, hijo, entonces si lo que dices es verdad, ¿donde crees que están esos códigos?

Sauron: Con todo el respeto, señor. No lo sé. Si me permite especular, creo que existen dos posibilidades: o bien hubo un cambiazo o bien la tarjeta fue siempre un señuelo y los códigos están a salvo en poder de su autor.

Morgoth: Lo del cambiazo me da que pensar. Lo otro es imposible. El autor está muerto.

Sauron: Como le decía, era pura especulación.

Morgoth: Muy bien, hijo mío. Has cumplido con tu cometido, aunque haya tenido este resultado. Witch-king, en cuanto a ti, quiero que investigues si el tipo ese al que, ejem, «visitaste» pudo darte el cambiazo. Y si es así, averigua dónde está la original. No cabe otra posibilidad.

Witch-king of Angmar: Pues, mire usted por donde, va a ser difícil.

Morgoth: No me hagas de decir lo que no quiero. ¡Desgraciado! ¿Cómo que va a ser difícil?

Witch-king of Angmar: Pues que el hombre aquel no se recuperó de sus heridas. Murió hace días. Ale ¡Listo!

Morgoth: ¿Listo? ¿A mi con esas? ¡GRRRRRRUFLMRRGGGGRRRFLX! ¡Yo lo mato y lo hago en escabeche! ¡Rufián asqueroso! ¡Pues tendrás que salir ahí fuera a investigar! ¡Y NO VUELVAS HASTA QUE TENGAS ALGO! ¡¡¡¡MANDRIL REPULSIVO!!!! ¡¡¡¡SAL FUERA DE MI VISTA!!!

Witch-king of Angmar: ¡Eh! ¡A mi no me endilgue ese mote! ¿Pues no dijo usted que el mandril repulsivo era el Sauron? ... Uh, oh. Bueno vale. Ale, me voy yendo.

Morgoth: ¡¡¡No sé cómo no tendré la sangre negraaaa!!!

Sauron: Señor..., ¿qué quiere que haga ahora?

Morgoth: ... ... ... ... ...

Sauron: ¿Señor?

Morgoth: ¡AHHHHHH! *sic* Sí hijo mío. Pues anda y familiarízate con el virus, husmea en su código y luego mira si hay forma de hackearlo de alguna manera para poder hacer cambios nosotros, aunque no tengamos los códigos.

Sauron: Cómo ordene. Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario