miércoles, 24 de enero de 2018

Atando cabos (LV - IV)

Dos días después de que tuviera lugar el Segundo Concilio entre Sauron y Morgoth hubo cierta agitación en la oficina del Triágono donde trabajaba Svetlana Vorobiovna. Con sus ojos verdes fijos en su monitor, se hallaba absorta en el minucioso examen de los datos que había recabado Galileo RCS del ordenador de un conocido político. En el momento en que empezó la mencionada agitación, intentaba concentrarse en terminar el perfil del político revisando los keylogs de la semana anterior. Todo lo que se había escrito o simplemente tecleado descuidadamente en el ordenador del objetivo en ese periodo de una semana se hallaba ante sus ojos condensado. Leía entre líneas los textos aprovechables aunque fueran tan cortos como un mensaje instantáneo. Pasaba de la vista global a picotear aquí y allá pequeños recortes de texto. Anotaba cualquier cosa de interés y archivaba el resto en el diario. De esa manera quedaba entresacado lo que pudiera tener alguna relevancia, mientras el resto hibernaba en espera de futuros análisis.



Echó una ojeada al asiento vacío de su derecha. David Abad, agente del CNI y su compañero, tampoco había acudido ese día a su trabajo. Llevaba cosa de una semana ausente y no había respondido a sus mensajes ni a sus llamadas. Era extraño. Estaba preocupada.



Mientras Sveta seguía a lo suyo, se había iniciado una conversación a su alrededor, de la que sólo captaba palabras sueltas. La oficina solía ser bastante silenciosa, excepto quizá a las horas estipuladas del café. Por lo demás, cada uno permanecía en su cubil ocupado con sus cosas en educado silencio. Que sus compañeros levantasen la voz de esa manera no era frecuente, pero eso no disminuyó su concentración.



Los datos reflejaban que el político había cambiado temporalmente las putas de lujo por una amante. Galileo RCS hacía tiempo que había recabado las credenciales bancarias de todas sus cuentas. Sveta sólo tuvo que irse a la intranet y tocar unas pocas teclas para conseguir sus movimientos bancarios. «Las putas de lujo son caras, pero una amante aún lo es más, por lo visto» —se dijo. Su subconsciente captó a su alrededor que se pronunciaban las palabras «virus» y «verde». Pero en ese momento dicha información tocaba sólo las capas más superficiales de su mente. Cerró el perfil del político y pasó al siguiente objetivo de su cola de entrada. Se trataba de la amante del político. Ignoraba quién asignaba los trabajos, pero a veces le parecía que su función se limitaba a confirmar lo que en las altas esferas del poder ya se sabía de sobra. A veces era tan obvio que le asqueaba. Pero de cuando en cuando, solo a veces, el trabajo resultaba interesante y solo por esos momentos, merecía la pena trabajar en el CNI.



Los registros hacían referencia a un suntuoso regalo que la amante había recibido del político. La información venía de varias fuentes: emails, mensajes directos de redes sociales, y la plétora habitual. No tardó en averiguar que se trataba de un Porsche. Ello sugería dos cosas: que la mujer era una apasionada de la conducción y que el político era un corrupto.



Lo primero era una suposición lógica. ¿Qué mujer hablaría entusiasmada con sus amistades de un coche y aún lo preferiría a una joya? Por ejemplo un diamante. Sveta esperaba que algún día le regalaran un diamante. El gusto por los coches le parecía una actitud masculina.



Lo segundo era una certeza. El CNI ya sabía todo cuanto se podía saber de los tejemanejes del hombre. Seguía en activo porque los de arriba lo querían así. Aún era necesario de alguna forma en la escena política. Pero pronto llegaría su San Martín, eso era seguro.



—¡Sveta!— la llamó alguien a su espalda tocándole el hombro. Se dio cuenta de que la oficina estaba desierta. Debía de ser la hora del café.

—¿Sí?

—¡Joder, lo concentrada que estabas! Te he llamado cuatro veces y tú nada. En tu mundo, como siempre— se quejó el hombre.

—¿David? ¿Qué haces aquí?. Quiero decir... Llevas una semana sin venir al trabajo. No me coges el teléfono, no me respondes los mensajes. ¿Dónde te habías metido?

—Es largo de contar— dijo, temeroso de que siguiera acosándolo a preguntas. —Vamos a tomar un café. Es la hora.

—Bueno, vale— Sveta bloqueó su terminal, selló la bandeja de entrada y se puso en pie para irse. —Será mejor que tengas una buena explicación. Algo convincente.

—Ven... Es mejor que hablemos en el office— respondió elusivo su compañero.



Todos los empleados preferían bajar a la cafetería del bajo, pero también había una pequeña sala con máquina expendedora de café allí mismo. No era tan lujosa como la cafetería, pero había galletas y un microondas por si querías calentarte la comida. Svetlana entró en el office y se fue a la máquina a pillar un té Earl Grey. David, por su parte, se quedó en la puerta y extrañamente la cerró a su espalda, después de asegurarse de que no quedaba nadie más en la oficina.



—Estás muy misterioso hoy— dijo Sveta. —¿Me vas a decir lo que te pasa?

—Sigues negándote a tener un smartphone, ¿verdad?

—Sí, claro... Será mejor que hables ya.

—No sé si tengo derecho a contártelo. Es peligroso, muy peligroso. Prométeme que lo que voy a decir no saldrá de aquí. No debes repetirlo a nadie. ¿Me lo prometes?

—Chico, ¡sí que estás rarito hoy!

—Va en serio. Necesito que me des tu palabra...

—Está bien, lo prometo. Pero suéltalo ya, lo que sea que me quieres decir, chico, que me tienes en ascuas.

—Bien. No he venido por el trabajo estos días porque he estado investigando algo.

—¿Investigando? ¿El qué?

—Tú conociste a mi hermano, ¿verdad?

—¿A Carlos? Sí, claro. Me lo presentaste aquella vez que fuimos de excursión.... ¿Donde era?

—Ha muerto— la cortó David.

—¿Muerto? Pero... ¿Cómo? ¿Cuándo?

—Asesinado, me temo— contestó David sollozando. —Apuñalado en un callejón— la tensión de los días pasados le pudo y lloró amargamente dejándose caer al suelo, con la espalda en la puerta.

—¿Qué dice la policía? —preguntó Sveta, aún en shock. —Quiero decir... lo siento mucho. Me gustaba tu hermano. Siento lo que le ha pasado. Ven, siéntate aquí. Espera mientras te saco un capuchino. Te sentará bien.



Carlos obedeció silencioso, hasta que después de tomar dos sorbos de su capuchino prosiguió su discurso.

—Gracias. Ya me siento mejor. Un robo. La versión oficial es que fue un robo. Eso es lo que dicen. Pero es absurdo. Era un estudiante.

—Quizá el ladrón se asustó o se enfadó al saber que no tenía dinero, y lo pagó con él.

—Pero sí llevaba dinero. Esa tarde le había entregado el dinero del alquiler de su piso de estudiante. Aún estaba en el bolsillo derecho de sus vaqueros cuando le pedí a la policía que lo revisaran. El asesino no buscaba dinero. Un ladrón le habría registrado los bolsillos. El callejón estaba desierto. Su cuerpo se descubrió por la mañana. Tuvo todo el tiempo del mundo para buscar el dinero. Y el modo en que lo mataron tampoco cuadra. Le apuñalaron en el ojo izquierdo. Con lo que, a juzgar por la herida, era un estilete. La hoja penetró en su cerebro matándolo casi en el acto.

—Pobre— dijo Sveta al ver que David no podía seguir hablando. El nudo que tenía en la garganta no le dejaba.

—Sí. Pobre hermano mío— dijo tragando saliva. —Y la policía no hará nada. He decidido investigar su muerte por mi cuenta.

—¿Tienes alguna teoría de por qué lo mataron?

—No es exactamente una teoría. Carlos estaba de vacaciones en casa cuando pasó. Después del entierro entré en su habitación y anduve revolviendo sus cosas tratando de hallar una explicación. Todo era absurdo. ¿Por qué alguien quitaría la vida a alguien tan joven e inocente? Encontré esto— era una fotografía muy borrosa que Sveta no supo identificar.

—¿Qué es?— preguntó Sveta.

—Lo supe por esto— le indicó unas letras apenas legibles en la parte inferior de la foto. —Es un monitor de ordenador. Estos signos de aquí forman parte del logotipo de LG. Según parece, es una ampliación de la esquina inferior derecha del monitor.

—Sí, ya veo. Pero, ¿qué tiene de extraño?

—En el cajón de donde saqué esta había decenas similares. Todas eran de monitores de diversas marcas, con sistemas operativos dispares, fondos distintos. Tan solo una cosa permanece inalterable en todas ellas— señaló una especie de icono fuera de lugar en la bandeja del sistema. —Es esto.

—Parece una mancha. ¿Qué piensas que puede ser?— interrogó Sveta.

—¿No lo ves? Pues esta es la mejor foto de todas. Al menos eso creo. Se trata de una diminuta llama de un verde desvaído, casi transparente. ¿Habías visto algo como esto antes?

—No. Es decir, creo que nunca lo había visto.

—¿Estás segura? Piensa. Es muy importante.



De repente le vino a la cabeza la bulla que había tenido lugar entre sus compañeros minutos antes.

—Espera... Hace un rato, creo que algunos de nuestros compañeros estaban bromeando al respecto de una llama verde. En ese momento no les prestaba atención, pero estoy segura de que mencionaron una algo así. También decían algo de un virus.

—¿Aquí? Es curioso y al mismo tiempo preocupante. Lo más raro es que yo sí la había visto antes. Aparece en las capturas del Galileo. Sigues revisando los registros del RCS, ¿verdad?

—Así es.

—¿Te importa que veamos tus capturas de pantalla?

—No estoy segura de encontrarle sentido a todo esto, pero vamos antes de que vuelvan todos y tengamos que dar incómodas explicaciones.



No les costó más de un minuto volver al ordenador de Sveta y mirar algunas capturas. Al principio ella no veía nada raro, pero un estudio más cuidadoso reveló que la llama verde se hallaba presente en muchas de las capturas.



—Si es un virus, necesitamos saber cuándo apareció y a qué velocidad se propaga— pensó en voz alta David.

—Un momento— repuso Sveta. —Si configuramos la matriz de reconocimiento visual con el diseño de la llama y le pedimos a la base de datos que nos diga qué número de llamas verdes en capturas contiene por cada día desde, digamos... el mes pasado...— tecleó aprisa y esperó a que el sistema respondiera. La potencia de cálculo de los servidores del CNI era portentosa. En 30 segundos obtuvo resultados. —Para verlo mejor crearé una gráfica con todos estos datos.

—A ver... esto indica que el posible virus lleva activo desde hace unas tres semanas— calculó David.

—¡O Dios Santo!— exclamó Svetlana al contemplar la gráfica. La curva mostraba que la velocidad de propagación crecía exponencialmente.

—Sea lo que sea, Sveta, mataron a mi hermano por esto. Es algo muy gordo.

—Eso no podemos asegurarlo— dijo tajante Sveta.

—Espera. Aún hay algo que no sabes— arguyó David. —Mira la foto otra vez. No es muy grande, pero, ¿Ves esto?

—Parece una URL.

—Exacto. Era la URL de un foro que ya no existe. Bueno, en realidad aún existe, salvo que nadie publica ya nada.

—No me jodas, David. Temo siquiera preguntarte por qué.

—He invertido los pasados días en esto y me ha costado lo mío. Sveta. La razón por la que no hablan, es porque están todos muertos.

—¿Qué? —Svetlana no podía creerlo.

—No era un foro de los más concurridos, eran 56 miembros. Todos ellos muertos o desaparecidos.

—No puede ser. ¡Eso es una locura!

—Locura o no, ha sucedido. Esto es tan grande que no pueden tolerar que nadie lo sepa. Los del foro sabían demasiado para su propio bien.

martes, 23 de enero de 2018

Opinión: Elliot de Dataplicity...


Mismamente el otro día recibia el suguiente correo electronico, despues de aplicar el tradudor de Google viene a decir lo que sigue:

Date: Thu, 18 Jan 2018 14:44:02 +0000

Elliot from dataplicity <emackenzie@dataplicity.com>

Hola.  ¡Parece que aún no has agregado un dispositivo!
Si tiene problemas para configurar su Raspberry Pi o conectarlo a Dataplicity, hágamelo saber. Estaría más que feliz para ayudar a solucionarlo :)
Si no te has acostumbrado, me gustaría saber por qué. ¿Es porque no tiene un Pi? ¿Te toma      la confuracion de la misma demasiado tiempo?  ¿o es algo más?
Queremos ayudar a todos a sacar el máximo provecho de su Raspberry Pi, por lo que cualquier idea que tenga sería realmente útil.
Saludos, Elliot Mackenzie, CEO

Como agradecimiento el pasado viernes, 19 de enero de 2018 escribí el siguiente correo electronico:

Estimado Elliot:

La aplicación Dataplicity la conoci a través de escuchar un audio de Angel del podcast  Ugeek, la instalación de la app es de lo más simple, pero el caso es que la tenia instalada en mi servidor llamado remoto, un antiguo Netboot con sistema operativo Ubuntu Server que tengo destinado para descargar contenido multimedia, receptor de correo electronico y para efectuar lo que aqui llamamos "experimentos hechos con gaseosa".

Elliot, como puedes ver es que te estoy hablando de aprovechar informatica de reciclaje. Lamentablemente, hace unos dias se rompio el disco duro del ordenador "remoto" y aprovechando un disco duro de 750 Gigas de  otro viejo ordenador, le he vuelto a instalar Ubuntu Server. Debido a esto Dataplicity me reconoce este mismo dispositivo como si fuera otro distinto.

No se como dar de baja el antiguo dispositivo Remoto vinculado a la cuenta de correo electronico ea4bns@htamail.es, que ya no existe por las razones que te he contado, para así poder dar de alta en la misma cuenta el nuevo Remoto. Aunque desconozco si esto será posible...

Otro de los problemas que he observado a la hora de utilizar Dadaplicity es que la fuente de la letra utilizada es muy pequeña para ser vista en un dispositivo móvil (smartphone) y no hay manera de cambiarla...

Por lo demás la app funciona bastente bien...

Sin más, recibe un cordial saludo....  corto y fuera....

73 de Domingo...

domingo, 21 de enero de 2018

Opinión: Slax, un Sistema operativo para "culos inquietos"...


Me dice mi amigo Mhyst, que en el tema de sistemas operativos basados en GNU/Linux soy un "culo inquieto", ¡hombre! a decir verdad, me apetece más que me llamen "culo inquieto", "cacharrero" o algun que otro adjetivo dentro de la lengua de Cervantes, que lo que sin lugar a dudas lo que no me apetece es que me llamen "Geek","Meek", Nerd" o cualquier otra "tontá" derivada de la lengua de Shakespeare y es que me duelen los anagramas o "palabros" inventados por algun paisano de los de aquí.

Pero en fin, puesta en manifesto mi eterna pataleta contra lo que yo considero "progres" del tres al cuarto, le voy a hablar de mi ultimo "experimento con gaseosa". No es ningun secreto que siempre me he sentido atraido por lo que yo llamo sistemas operativos enlatados, me refiero a sistemas opertivos que no se instalan en el disco duro del ordenador, si no que  los mismos estan instalados en algun CD, DVD o memeoria USB y cuando se activan se ejecutan unicamente en la memoria RAM de la maquina.

Hasta ahora solamente tenia sistema  operativo Poppy Linux 6.3.0, lo ejecutaba desde el CD-ROM de la computadora y los cambios de configuración tales como, claves de acceso a la WIFI (¡wifi ostias! no güafai), marcadores de navegación de Firefox, creación de carpetas o modificaciones en archivos como fstab, etc se guaraban en una memoria USB vinculada al CD-ROM. El caso es que la distro del "perrete" funciona bastante bien, pero para mi desdicha esta basada en Slackware, y la verdad es que es un poco liosa para un servidor, cuando estoy trabajando (lo poco que toco ahí) en su terminal. Aparte de la incomodidad de ir cargado con un disco y un pentdrive, claro. Ya se, ya se, Poppy Linux, tambien se puede grabar en un pentdrive, ¡perdón memoria USB! pero como ya la tenia así, pues...

Lo que yo buscaba era un sistema operativo, ligero, funcional y 100% basado en Debian y si además disponia de apt, para instalar desde la terminal, pues eso ¿que más quieres Baldomero, si eres guapo y con dinero?...

La solución parecia estar en Slax, sistema operativo que se menciona, mira tu por donde en los ultimos relatos escritos por Mhyst del Hombre Sin Nombre. Así que me descargue slax 9.3.0,  la ultima versión publicada. La instale en un USB de 64 gigas con un sistema de archivos VFAT, craso error, como todo lo que viene de "Guarry Windows", la cosa no pita bien. Ya que la partición maxima que hace se limita a unos escualidos cuatro Gigas además de un monton de problemas a la hora de instalar aplicaciones. Asi que cogi el USB, lo formateé y le puse un sistema de archivos EXT4. 

La manera de bootear el USB (covertirlo en un disco arrancable) es de lo más sencillo solamente hay que descomprimir el fichero .iso, grabar la carpeta /slax en el USB y ejecutar el script contenido en el archivo bootinst.sh, ergo:

$ sudo chmod +x bootinst.sh
$ sudo sh bootinst.sh

Hecho esto el USB esta ya preparado para empezar a trabajar, le hacemos un reinicio (reboot) a la computadora y en la BIOS decimos que empiece a leer primero desde la memoria USB.

¡Ahora sí! la cosa pita, antes de comenzar, pulsando ESC, puede ir a un pequeño menu para iniciar Slax, como sistema persistente, si tienes sistema de archivos EXT4 se guardaran los cambios dentro de los 64 Gigas del USB (si dispones de VFAT, la cosa ira mal y solamente, metas lo que metas, te reconocera un máximo de 4 Gigas), hay otra opción llamada "refrest" o algo así, que te ejecuta la distro sin ninguna configuración y otra que solamente se ejecuta en RAM, en fin yo siempre trabajo en sistema persistente que es la que se inicia en modo automatico.

Como todas las distros GNU/Linux abrimos una terminal y  como estamos en modo SU (Super Usuario) escribimos:

#apt update
#apt upgrade

Y el sistema se actualiza solo, la cosa pita bastente bien, ya que desde la terminal utilizando apt se pueden instalar casi todas la aplicaciones linux, ahora bien recomiendo aplicaciones ligerillas, a fin de que la cosa vaya más fluida por ejemplo  yo tengo instalado lo que sigue:

Procesador de textos: wordgrinder
Reproductor de Videos: mpv
Reproductor de audio: moc
Navegador, el que trae por defecto: chromium, pero yo le añadido tambie w3m.
Cliente de correo electronico: mutt

aparte de esto tambien tengo instalado openssh y nfs-utils, para la cosa de conectarme al servidor y compartir carpetas con este.

Pegas....

Como todas las versiones nuevas de las distros, la cosa tiene sus pegas, como las que ahora menciono:

Aunque este en modo persistente, cuando reinicias la computadora, no te guarda la configuración del archivo fstab, que es fundamental para la compatición de carpetas a través de nfs.

En la pgina WEB se menciona un Centro Software, que un servidor ha sido incapaz de de encontrar.

Existen tambien una serie de modulos que son archivos .sb, que segun dicen se instalan (graban) en el USB en la carpeta /slax/modules y se ejecutan automaticamente, pues bien esto no funciona, estos modulos tambien se pueden grabar cuando el pentdrive se esta ejecutando, los modulos se  graban en la carpeta /run/initramfs/memory/bundles/modulo.sb, pues bien, esto tampoco funciona..

En fin supongo que todos estos fallos (bugs) se iran arregalndo con el paso del tiempo, de momento la distro para lo que pesa, unos 290 megas, se porta bastante bien y para salir del paso es tambien bastante funcional...

Sin más...Corto y fuera...

73. Domingo...





sábado, 20 de enero de 2018

El Segundo Concilio (LV - III)

L0pthR tecleaba nervioso en su Portátil Avatar S-743 marca 72. Nunca utilizaba el mismo ordenador dos veces para operaciones comprometidas, por lo que se había convertido a la fuerza en un coleccionista compulsivo de PCs. De ahí su necesidad de catalogarlos y registrar por escrito cada uso de los mismos. Desde luego, esos ordenadores no los había comprado él. Eran más bien fruto de un uso compulsivo de su buena disposición para el hurto disimulado. Aunque en épocas de necesidad solía recurrir a un grupo organizado de ladrones que siempre le habían servido bien. Con ellos tenía una especie de acuerdo por el que sólo pagaba una especie de alquiler por cada ordenador que se llevaba. Ya que una vez «usados» no los volvería a necesitar, se los devolvía a los ladrones que sacaban así un dinero extra. La parte más ventajosa del acuerdo era que también les cedía todo el fruto de lo hurtado toda vez que había cumplido su función. No es extraño que los ladrones le tuvieran en alta estima.



L0pthR no tocaba nunca nada del disco duro de los ordenadores. Ni siquiera lo montaba, ni dejaba huellas de ningún tipo. Cuando llegaba el momento de utilizar un OA (Ordenador Avatar), introducía en él su pendrive maestro y lo arrancaba con su copia de Kali Linux personalizada. Se conectaba siempre a la Red con proxychains, utilizando algunos servidores proxy anónimos de su cosecha y TOR, todo ello encadenado variando el orden de las conexiones aleatoriamente. Si necesitaba guardar datos, lo hacía a través de ORCHESTRA, su sistema de red local, y de ahí a repositorios remotos cifrados. No era aconsejable tener en su casa más de unos cuantos de los OA. Aún estos permanecían ocultos en un escondite secreto, por si recibía alguna cortés visita de la Guardia Civil. El resto, decenas o cientos, estaban depositados en varios guardamuebles alquilados para ese propósito.



LopthR siempre había sido muy celoso de su seguridad y anonimato, pero no todas esas medidas de precaución salían de él. Llevaba unos meses trabajando en exclusiva para un misterioso cliente, cuya identidad desconocía, y que había exigido extremar las medidas de seguridad costara lo que costase. El cliente se hacía llamar Morgoth y nunca se habían visto en persona. De hecho, sólo se comunicaban mediante un servidor IRC de la red de la cebolla. L0pthR no tenía ni idea de cómo le había encontrado el tal Morgoth. Un día recibió una carta de correo tradicional, sin remite ni matasellos, con instrucciones para el denominado Concilio Cero. Desde aquel primero, sólo se había producido otro más. Es decir, dos contactos en total. Habían transcurrido meses desde que fuera contratado y se le encomendara la labor que estaba llevando a cabo con el mayor de los secretos. Esa noche estaba a punto de tener lugar el tercer contacto y L0pthR estaba bastante nervioso. ¿Qué querría ahora Morgoth? Ya era casi la hora convenida.



Para concertar los «concilios», le obligaban a leer todos los domingos los anuncios por palabras. Y si se daba el caso de que la semana siguiente iba a haber concilio, publicaban un anuncio muy característico, que tenía el siguiente formato: «La prima <nombre> <acción> a las <hora>». Cuándo el nombre de la chica empezaba por L, es que la reunión sería el lunes, si era por M el martes, X el miércoles, etc. Y la hora indicada era la hora en que iba a tener lugar el concilio. Pero a partir de la primera reunión, para aumentar la seguridad, le exigieron que tuviera en cuenta otro dato. Si el nombre de la chica terminaba en vocal, a la hora había que sumarle 2 y si era consonante había que restarle 3. En cambio, la acción variaba para despistar pero no afectaba los cálculos. Los anuncios quedaban de esta manera muy cucos. Por ejemplo: «La prima Margot la chupa a las 3». Eso significaba que la reunión era el martes siguiente a las 00:00 horas. Que era «La prima Xavita folla a las 20», el miércoles a las 22:00 horas. «La prima Verónica se toca a las 21», el viernes a las 23, etc, etc. Por muy bonito que quedara el anuncio, a L0pthR le parecía injusto tener que invertir la mañana de cada domingo en esa monótona tarea. Lo detestaba. Pero la paga era buena y no podía quejarse. 

Lo que sigue es a groso modo (con notas entre paréntesis) la transcripción de la charla que aconteció en un canal oculto de la red Freenode. L0pthR tenía instrucciones tajantes de conectarse por medio de TOR y usar SASL siempre. La dirección de la red de la cebolla era esta:


irc://p4fsi4ockecnea7l.onion



Sauron: ¿Hay alguien ahí?



(Sauron era el nick que su cliente Morgoth había registrado para él con una contraseña que le aseguraba de alguna forma que el que hablaba era L0pthR. Esta pregunta, de si hay alguien, se debe a que el canal está configurado para que los operadores no aparezcan en la lista de usuarios conectados, por lo que el único nick o pseudónimo que aparecía era el suyo propio: Sauron).



Sauron: ¿Señor? ¿Está ahí?



Morgoth: Aquí estoy. Tenga la amabilidad de esperar un minuto mientras compruebo unas cosas.



(Lo que Morgoth comprueba es si el canal permanece inalterado y seguro).



Morgoth: Bien. WitchKing aún no ha llegado, pero empezaremos sin él. Doy por iniciado el segundo concilio.

Sauron: Como no sé de qué se trata esta... reunión, dejaré que usted empiece, señor Morgoth.

Morgoth: Es importante llamar las cosas por su nombre. Una reunión es otra cosa. Esto es un concilio. Pero no se preocupe. Lo ha hecho bien, Sauron. El gusano ha invadido buena parte de Madrid. Sevilla y Córdoba están en su poder absoluto. En Barcelona acaba de empezar y su propagación por la Diagonal es imparable. El resto de España y después Europa estará pronto en nuestras manos. El troyano funciona tal como le pedimos. Los códigos polimórficos hacen que cualquier entendido que se tope con este poderoso malware no lo relacione con otras copias del mismo. En verdad funciona muy bien.

Sauron: Gracias señor. He hecho mi mejor esfuerzo. Sabía que quedaría complacido.

Morgoth: Pasemos al siguiente detalle. La consola remota. La consola remota ha sobrepasado nuestras expectativas. Con ella podemos controlar un único ordenador infectado, un grupo o a todos juntos. Nos permite movernos por provincias, por regiones, y por cualquier otro criterio en el que pueda uno pensar. Nuestro hombre ha confirmado que supera ampliamente lo que ya se intuía en las especificaciones.

Sauron: Naturalmente señor. Mi larga... experiencia me dictó que se necesitarían algunas funciones más y he acertado. No es sorprendente que este haya sido el resultado.

Rey Brujo del mar: Ya estoy aquí señores.

Sauron: Hola

Morgoth: ... Pero hombre de Dios, le dije que utilizase la cuenta que le creé. Que si no recuerdo mal era Witch-King of Angmar... ¿Por qué no lo ha hecho? ¡Y peor aún! ¡No ha entrado por la red de la cebolla TOR! ¿No se da cuenta de que así nos pone en peligro a todos? Salga ahora mismo y vuelva a entrar con su cuenta auténtica. Siga las instrucciones que le proporcioné al pie de la letra.

Rey Brujo del mar: Disculpe hombre. Sabía que era algo del mar, pero no me acordaba del nombre y encima esto del TOR no se pone en marcha.

Morgoth: ¡Del mar no! ¡De Angmar!

Rey Brujo del mar: Bueno, bueno. No se ponga así que no es bueno para su tensión.

Morgoth: ¡¡¡¡Sal de una vez mentecato!!!!

Sauron: Si es por mi no se preocupen. A mi me da igual. Total, nunca fui muy aficionado a Tolkien.

Morgoth: Vayamos al tema. Que me estoy poniendo de mala leche.



(Silencio prolongado)



Morgoth: Pues como iba diciendo...

Witch-king of Angmar: Ya estoy jefe

Morgoth: GRRRUMPLFX!!!!

Morgoth: /mode #canal-secreto -v «Witch-king of Angmar»



(Eso del /mode normalmente no sale en el canal, pero es para referir lo que teclea Morgoth, y que tiene como consecuencia quitar la voz a su compañero, para que no pueda volver a interrumpirle).



Morgoth: Como iba a decir, todo está resultando muy bien, salvo por un detalle.

Sauron: Hombre, no iba a ser perfecto del todo. Hasta los maestros cometen errores...

Morgoth: ¡Pero qué error ni qué niño muerto! ¡Le advertí de que no podía firmar con ese ridículo nombre ni introducir cualquier cadena tipo firma que se pudiese repetir en los binarios. ¿No se lo dije?

Sauron: Sí. Y así lo hice. No firmé.

Morgoth: ¿Ah no? ¡¡¡Gorrino inútil!!! ¡¡¡Maldito puercoespín orgulloso!!! ¡¡¡Tuvo que poner ese jodido moco verde en todas las copias!!! ¡¡¡Y no se conformó con menos que ponerlo bien visible en la pantalla!!!

Sauron: ¡Sin faltar oiga! ¡No es un moco verde sino una llama verde! ¿Es que está usted ciego?

Morgoth: ¡Me da igual! ¡Un moco o una llama lo mismo da! ¡Es algo que se ve y que ayuda a reconocer el virus! Eso es algo de lo que le advertí muy seriamente conociendo sus obras pasadas, todas con esa ridícula firma de Lopr o como sea. ¿Es que no se da cuenta de lo que ha hecho? ¡Con este error ha comprometido toda la operación!

Sauron: Mire, usted me dijo que no podía firmar mi obra y una costumbre así no se puede abandonar a la ligera. ¿Qué daño puede hacer una llamita de nada! ¡Pero si la puse en un lugar estratégico para que pasara desapercibida!

Morgoth: ¡¿Desapercibida?! Y dice que ha pasado desapercibida. ¡¡¡Yo lo mato!!!



(En ese momento en la casa del hombre que se hace llamar Morgoth suena el teléfono. Lo coge y escucha:
—Oiga, soy yo, que no puedo hablar en el chat este. ¿Dice que lo mate? Pues tendrá que darme su dirección. Esa que tanto se ha empeñado en ocultarme... a pesar de los años que hace desde que nos conocemos.
—¡Calle ya!— cortó Morgoth. —Y no haga nada. Ya hemos quitado del medio a bastantes vidas en esta operación. Esperemos que no tenga que volver a hacerlo— y con esas palabras colgó el auricular).



(Mientras tanto en el chat)



Sauron: ¡Oigan! Se han cayado de repente y no me han dado instrucciones. ¿Oigan?



Morgoth: Ya estoy de vuelta. Tuve una llamada inoportuna. Dígame una cosa. ¿Sería posible actualizar de forma remota el malware para que dejara de aparecer la llama esa?

Sauron: Déjeme pensar...

Sauron: Habría que reescribir el núcleo, modificar los anclajes de las llamadas al sistema...

Morgoth: ¡Guárdese los detalles para usted y vaya al grano! ¿Se puede o no?

Sauron: Cr- Creo que sí. Es decir. Sí señor.

Morgoth: Muy bien. Hágalo cuanto antes. Y no me obligue a contactar con usted otra vez. En cada nuevo concilio el peligro es mayor.

Sauron: Como usted diga, señor.

Morgoth: Bien. Puesto que ambos tenemos trabajo que hacer, doy por concluido el Segundo Concilio.



(Morgoth ya no volvió y Sauron, es decir, L0pthR; se quedó solo con sus pensamientos.)



Witch-king of Angmar: ¿Jefe?

Sauron: Se ha ido.

Witch-king of Angmar: ¿Ah sí? ¡Pues haga lo que le dicen o tendré que hacerle una visita en... su casa!

Sauron: Claro... sí. No venga. Lo haré... ¡todo ello! De todas formas vivo muy lejos del mar. Sería un viaje muy largo para usted. Un viaje que me gustaría ahorrarle. Sinceramente. No se preocupe.

Witch-king of Angmar: ¿Eh? Mmmm. Será mejor que se ponga a ello ahora mismo.

Sauron: Sí. Adiós.



Y así terminó la reunión. L0pthR se quedó pensando cómo iba a decirle a Morgoth que la llama formaba parte del núcleo del programa y que esa parte precisamente no podía actualizarse remotamente. Había intentado decírselo, pero con ese genio que gastaba el tal Morgoth, no había encontrado el modo de hacerlo. ¿Qué más daría una pequeña llama verde de nada? ¡Si era precisamente la llama verde, la parte del malware de la que más orgulloso se sentía! Le había quedado tan misteriosa... Siempre había soñado con ser reconocido en todo el mundo por un discreto logo que al salir en la pantalla hiciera temblar a todos. Quizá, lo mejor sería adelantar el viaje que había estado planeando. Sí. No había otra. Pero dejarles así, con la tostá, parecía arriesgado. No sabía si tendría el valor necesario para marcharse. Además, esos dos parecían personas con recursos. ¿Y si le encontraban? Después de todo ya le había encontrado una vez. Hizo de tripas corazón y se puso a investigar en el código con un mohín de desgana, a ver si por un casual encontraba una solución.






jueves, 18 de enero de 2018

Opinión: Clavo Oxidado..

Entrando en uno nueve, cambio...

Me dirigo al este....

¿Llueve por ahí?....

Me apetece la tormenta, mantiene a la gente en casa y lo deja todo limpio....

Frecuencia 27.185 Khz, Canal 19, transmite Clavo Oxidado

Si a ustedes les gustan las peliculas en donde se toquen los temas de radio y más concretamente de la C.B. les sonara el indicativo televisivo más famoso  de todos los tiempos, me refiero a "Pato de Goma", ahora bien puestos a elegir, yo prefiero indicativos tales como "Oveja Negra", "Niño de Mama", "Caña Dulce" y el que más me mola, "Clavo Oxidado".

Y es que si al tema de la radio le añadimos a la cinta un toque psicopata la diversión esta servida. Todo este rollo viene,  a que les recomiendo que vean la pelicula titulada "Nunca juegues con extraños" , una "road movie" en donde ustedes disfruran con las peripecias de dos hermanos que través de una radio de banda ciudadana, concretamente una Super Jopix 3600,  contactan con un psicopata asesino, este le gastara una serie de "graciosas bromas" y tratara de matarlos.

Lo que más me gusta del  psicopata, al que en toda la peli no se le ve la cara, es que tiene la misma voz que Hannibal Lecter, con lo que el personaje en sí de lo más creible...

De esta pelicula se hicieron otras dos secuelas "No juegues con extraños 2" y "No juegues con extraños 3" aunque las tengo descargadas en mi servidor, me da miedo verlas, no por los asesinos que puedan contener, no, si no por que sospecho que ambas, serán como viene siendo habitual malas de solednidad, ya lo dice el refrán: Nunca segundas partes fueron buenas...

Sin más...Corto y fuera...

73. Domingo...

P.D. Corro a encender la President Linconl para escuchar el canal 19 ya que como a "Clavo Oxidado" a mi tambien "me patece la tormenta"...


martes, 16 de enero de 2018

Opinión: Cachivaches para un apocalipsis zombie.



Estos dias me ando releyendo la entretenida trilogia denominada Diario de una Invasión Zombie de J. L. Bourne, me llama sobre todo la atención en cuanto a las peripecias de su protagonista a la hora de comunicarse con los demás supervivientes, usando  radios en las bandas de VHF y CB. La cosa es que dando un paseo por la red, tope con un curiosio cachivache, se trata del artilugio denominado comercialmente con el nombre de goTenna.

goTenna.

No es ni más ni menos que un dispositivo en forma de barra, que contiene un pequeno transceptor de radio en la banda de VHF entre el rango de frecuencias de 150-154 Mhz. Se vincula con el telefono movil a través de bluetooht y mediante una aplicación dedicada, el usuario se puede comunicar mediante mensajes de texto de una longitud de un máximo de 160 caracteres con otros posibles usuarios que dispongan de este servicio. Además te dota de un receptor GPS no dependiente de ningún tipo de red terrestre, ya que recibe la señal directamente del satelite, aunque este servicio este ya disponible en la mayoria de telefonos moviles.

La transmisión de estos mensajes de texto esta cifrada y se realiza de un modo reiterativo hasta que el mensaje  enviado haya sido  recibido, dentro de la distancia que el dispositivo puede cubrir, unas nueve millas (18 km) dependiendo de la orografia del terreno.

Esta disponible en Amazon por 170 pavos norteamericanos, supongo que aqui en España, el cacharro este pendiente de autorización debido a la banda de transmisión que utiliza. Aunque creo que la frecuencia de transmision se podria mover a la banda de 70 centimetros en la frecuencia reservada al servicio de PMR, con lo que se podria autorizar sin ningun tipo de problemas aqui en la vieja Europa, sin perder por ello mucha distancia a la hora de la transmision del mensaje, ya que 500 mW es posible cubrir entre 20 y 25 km dependiendo de la zona desde donde se transmita.

Esto del goTenna me ha hecho recordar los tiempos del antiguo Packet Radio, de las antiguas BBS y la forma en que los radio pitas nos comunicabamos antes mediante chat de texto utilizando radios de HF, VHF y UHF, conectadas a ordenadores "frios" cubriendo distancias continentales en las bandas de HF a la "increble" velocidad de 300 baudios por segundo, suficientes para el envio de mensajes de texto entre ususarios.

Por cierto si alguien ha visto la serie The Last Ship, (El Ultimo Barco) que trata de que sobre una pandemia mundial causada por un virus que provoca una enfermedad que llaman "La gripe roja", pues bien los malos, malisimos crean una red basada en un funcionamiento parecido a lo que hace la goTenna, pero en este caso transmiten mensajes de texto e incluso mensajes multimedia utilizando para ello el transmisor bluetooht de los propios moviles con un alcance de unos 15 mts, utilizando para ello todods los moviles diponibles que actuan meramente como repetidores, dicha red se denomina Valkiria.

Ahora bien, lo que más raro me parece del asunto, es que dada las caracteristicas del cacharro, Julio Converso 72, ho haya tocado el tema...

Sin más... Corto y fuera...

73 de Domingo...

lunes, 15 de enero de 2018

El agente BETA (LV - II)

Svetlana Vorobiovna Zhuk trabajaba con denuedo en un nuevo lote de datos provenientes de Galileo RCS. De ascendencia rusa, había nacido en España, lo que le otorgaba uno de los requisitos para trabajar en el Centro Nacional de Inteligencia: tener la nacionalidad española. Al terminar la Licenciatura en Informática se había movido de máster en máster para tratar de aprender los caminos del hacking. Cada nuevo intento la había decepcionado y frustrado. Los conocimientos que buscaba no estaban nunca ahí. Pero ella siguió en su empeño hasta que, hundida económica y moralmente, cayó en el abismo y empezó a relacionarse con malas compañías. Curiosamente, en ese mundo de tinieblas y mala olor, encontró a su mentor: un tal Lizarth37e. Juntos hicieron algunos chanchullos para ayudar a que Sveta, él siempre la llamaba por el diminutivo, se recuperase. Licito, como Sveta acabó llamando a su mentor, le hizo leer todo mamotreto sobre el tema del hacking que llegara a sus manos, pero sobre todo leían e-zines de hacking, cracking y virus making. Lo primero que escribió Sveta fue un virus del tipo BSV (Boot Sector Virus). Lo firmó como Beta. Después de todo, nadie se molestaba en pronunciar la S inicial de su nombre y mucho menos cuando usaban el diminutivo. Licito le ayudó a distribuirlo mediante uno de sus gusanos y el virus causó algunos desastres, pues por un pequeño error al escribirlo, el virus provocaba que el siguiente arranque fallara en cargar el sistema operativo. Lizarth37e (en adelante siempre Licito por dificultades de pronunciación) le enseñaría muchas cosas, algunas de ellas que no oso repetir aquí, hasta su muerte de sobredosis unos dos años después de conocer a Beta. Por entonces la alumna había superado a su maestro (sé que esto es un cliché, pero oiga, es lo que pasó). Lista para inbuirse del mundillo de la Scene, conoció a muchos otros hackers, y se asociaría con algunos de cuando en cuando. Los grupos más conocidos de los que formó parte en esa época, que después llamaría su Época Azul, fueron: Cult of the Dead Cow, Hackweiser, YIPL/TAP, y alguno más. En esa época aún trataba de aprender lo que pensaba que necesitaría en su futura carrera profesional cien por cien legal. Pero después de su Época Azul vino la Verde y después la Roja; y aún una Negra. En estas dos últimas volvió a caer en una espiral de lo que podríamos tildar de amoralidad. Al final, enfadada con el mundo, empezó a hacerlo todo meramente por dinero. Durante ese periodo colaboró con los grupos TeaMp0isoN, TeslaTeam, OurMine, Mazafaka, y algunos más, todos ellos black hat.

Hasta que un día, el nombre de Beta empezó a sonar demasiado a menudo en el CNI y al final la atraparon. La pillaron haciendo pentesting, nada menos que, en la Casa de la Moneda. Más tarde diría que lo había hecho con la intención de revelar las posibles vulnerabilidades que hubiese encontrado y que no le dejaron. Solo que ya había encontrado un par de ellas y se las había apañado para entrar en uno de los servidores de las oficinas. Después, también es mala suerte, se dio el caso de que el router que, según ella conectaba el servidor de las oficinas con los ordenadores del sótano donde se hacían los diseños del billete de cinco euros, era chino y de una marca de la que poco antes —mira tú por donde— WikiLeaks había revelado una vulnerabilidad del tipo Zero-day. Eso le había permitido colarse en el router por SSH y crear un puente fantasma que le habría garantizado el paso hasta el turrón. «Jolín, si le dejas a una persona el equivalente de unas puertas de par en par, pues lo más seguro es que entre dentro» se defendía Beta. Cuando la verdad es que había estado en un tris de hacerse con los diseños que quería. Y para más inri, en su piso de Madrid habían encontrado una docena de impresoras 3D, todas y cada una ocupadas en la tarea de imprimir las piezas de lo que iba a ser ¡la impresora de billetes definitiva! Sorprendidos por ese singular hallazgo, miembros de la UCO registraron el piso de arriba a abajo y se hicieron con ni se sabe cuantas tarjetas de crédito clonadas y cincuenta mil euros en metálico. A pesar de que los discos duros estaban cifrados y no se pudo sacar más información que la que ya sabían, Beta no tenía escapatoria. Le dieron dos opciones: o entraba al servicio de su patria trabajando para el Centro Nacional de Inteligencia, o iba a la cárcel por los años que estipulara el juez; después de los cuales no podría volver a acercarse a un ordenador mientras viviera. Beta no tenía muy claro si las leyes de España podrían privarla de usar ordenadores, pero de cualquier modo la opción B no parecía demasiado halagüeña, así que aceptó trabajar en el CNI. Después de muchos debates, decidieron ponerla en operaciones. Una decisión de la que nunca se arrepintieron sus jefes ni sus nuevos compañeros de trabajo. Beta estaba un poco alicaída al principio, pensando que no volvería a hacer lo que le gustaba. Pero no había pasado ni una semana cuando comprendió que, en su nueva ocupación, no iba a hacer nada distinto de lo que hacía como hacker de black hat. De hecho era eso lo que hacía, ahora para los buenos. O eso esperaba ella.

Habían pasado dos buenos años desde que la aceptaran en el CNI. Así era como lo explicaba siempre a su madre y a sus amigos, y lo había repetido tantas veces que sus anteriores «trabajos» le parecían un sueño. Sí, ¿por qué no? Nadie tenía que saber que antes había sido una «delincuente». Al fin y al cabo, eso era lo que pensaba la gente cuando escuchaba la palabra hacker. Lo malo era que, cuándo le preguntaban qué hacía en el CNI, no podía decirlo. Todo el mundo sabía que hacía algo con ordenadores, pero nada más. Aunque pensándolo bien, su trabajo era confidencial. Era mejor así. En sus escasas citas siempre decía que trabajaba de relaciones públicas y tenía cuidado de no mencionar su lugar de trabajo. Aunque en alguna ocasión se le había escapado que trabajaba en el «triágono». Era verdad. El edificio principal del CNI tiene forma de hélice de tres palas y en comparación con el Pentágono de la CIA estadounidense, le llaman de manera familiar: el Triágono.

sábado, 13 de enero de 2018

El caso de la llama verde (LV - I)


Ayer me encontré con Carlos, un amigo al que hacía tiempo que no veía.

Tan solo el año anterior habíamos pasado juntos todos los días en el instituto. Habíamos sido compañeros de mesa durante los años de instituto y casi todos los anteriores de colegio. Nuestra afición a la informática empezó hace muchos años, cuando sólo éramos unos niños. A decir verdad, fue Carlos quien me introdujo en ese mundillo. Desde entonces habíamos hecho pasar algunos malos ratos a más de un profesor, por nuestras fechorías. Algunas por descuido y otras por puro placer. Con el tiempo Carlos y yo más un ordenador fuimos sinónimo de problemas. Alguna hazaña que otra acabó en el despacho del director. Aquellas visitas al director de cuando en cuando, casi siempre los dos juntos, nos habían unido enormemente. Hasta el punto de hacernos inseparables. Pero tuvo que llegar el fin del instituto, y con ello nos vimos separamos en mundos diferentes con horarios incompatibles.

Carlos tenía muy claro que quería estudiar la licenciatura de informática en la universidad. Él siempre sacaba buenas notas a pesar de todo. Habíamos soñado largamente con estudiar juntos. Pero yo no quería desperdiciar mi tiempo estudiando cosas que no me interesaban y sabía que nunca sacaría tan buenas notas en todo como él. Finalmente decidí estudiar el módulo superior de informática. Este obstáculo puso nuestra amistad a prueba por primera vez. Nuestras decisiones nos habían separado y con los estudios resultaba más difícil quedar. En el fondo, cada uno de nosotros pensaba que el otro le había traicionado. Habían pasado unos meses, pero a pesar de todo seguíamos siendo los mismos amigos de siempre.

No era extraño, pues, que ayer nos pusiéramos a hablar. Y, puesto que la reunión no se prometía corta, decidimos tomar un café en ese bar. Estuvimos arreglando el mundo y repasando nuestras vidas. En esas estábamos cuando sobrevino un silencio espeso. Natural. Era la primera vez que nos veíamos desde nuestro desencuentro en el tema de los estudios. Había pasado relativamente poco tiempo y había ciertas cosas que nos incomodaban aún. No sentí que fuera el momento de volver a ello, así que decidí contarle lo primero que me viniera a la mente para cortar el hielo. Y tal cosa fue precisamente lo que me tenía ocupado en los últimos días.
—Hay algo que quería contarte —empecé. —Estos últimos dos o tres días he estado muy ocupado por un virus.
—¿Un virus? —preguntó con el ceño fruncido.
—Tiene que ser eso. ¿Qué si no? —hice una breve pausa y continué confuso. —Todo empezó anteayer... creo. Me llamó el vecino de arriba y me pidió que le hiciera una limpieza. Es soltero el hombre y siempre anda buscando nuevas experiencias... ya sabes, en cuanto a porno se refiere. No para de pinchar en cualquier imagen donde vea unas tetas, así que una vez al mes o así, su ordenador resulta infectado con tal cantidad de malware que resulta imposible de hacer nada provechoso con él. Subí a su casa y repasé los programas que tenía instalados. Había varios malware de esos que te muestran publicidad y también tenía uno que hacía minería de BitCoin. Sí, un programa hacía que su máquina tratara de encontrar BitCoins para que el autor del malware aumentara sus posibilidades de ganar pequeñas cantidades de dinero de vez en cuando. Le pasé el antivirus que detectó como 200 amenazas, aparte de las que ya le había quitado a manopla. Reinicié el ordenador un par de veces para asegurarme de que todo estaba bien y fue entonces cuando lo vi.
—¿El qué? —dijo mi amigo deseoso de que acelerara mi exposición de los hechos.
—Pues aquello. Precisamente la razón por la que te estoy contando todo esto. El quid de la cuestión.
—¿Y qué era? ¿Puedes ir al grano?
—De acuerdo ya llegamos. Mirando la pantalla percibí algo en un lugar imposible. Era como un icono del system tray (la bandeja del sistema).
—¿Y eso qué tiene de raro? —interrumpió Carlos. —¿Hay a quienes le gusta tener docenas de ellos? Ya sé que eso es poco eficiente, pero qué se le va a hacer. Hay cosas peores.
—Salvo que este no era natural. Los iconos del system tray tienen su propio espacio entre los demás. Este era muy raro, era de un color desvaído y transparente, y parecía superponerse en el resquicio entre dos iconos. A simple vista parecía una mancha de la pantalla— conforme avanzaba mi exposición de los hechos, la mirada de mi amigo se oscurecía, aunque él se empeñaba en no darle importancia con sus bromas habituales e interrupciones varias. —El problema es que no había tal mancha. Era algo dibujado. Como cuando dibujas algo utilizando directamente los modos gráficos y el acceso directo a memoria de vídeo, saltándote las llamadas al sistema de Windows. Decidí utilizar la lupa de Windows para tratar de determinar qué era aquello. Para mi sorpresa, cuando acercaba la lupa a esa zona de la pantalla, el icono misterioso no estaba. Se esfumaba.
—Con toda seguridad es una mancha que al tratar de enfocar con la lupa de Windows no aparece, puesto que la ampliación no tiene lugar en la misma posición de la pantalla donde está la mancha.
—¡Venga hombre! ¿Crees que si fuera eso te lo estaría contando? Deja que termine mi historia.
—Está bien... Termina tu historia.
—Pues resulta que mi vecino tenía un recuerdo de su abuelo. El hombre estaba casi ciego y utilizaba una gran lupa para leer. Tomé prestada la lupa y traté de mirar aquello...
—¿Y qué era?
—Yo diría que era fuego... Una especie de llama diminuta... —Carlos volvió a fruncir el ceño y terminó mi frase.
—¿De un verde pálido? —Por la expresión de mi amigo comprendí claramente que él ya se había topado antes con lo que para mi era nuevo y totalmente desconocido. Miró a nuestro alrededor intentando disimular su preocupación. Pero, en el bar, a esa hora de la mañana apenas si había alguien. Aparte de nosotros, un vejestorio leyendo la prensa en la otra punta del bar. El mismo viejo que al entrar habíamos visto fumando en su pipa afuera.
—Tú sabes algo de todo esto. ¿Verdad?
—Baja la voz —dijo mi amigo en apenas un susurro. Luego disimuló volviendo al tono habitual. —No es nada. Ve a cobrar por tu trabajo y olvídate del asunto.
—Espera. No termina ahí la cosa. Eso que te he contado fue anteayer por la mañana. Por la tarde me avisó el vecino del tercero y antes de empezar siquiera a hacer mi trabajo no pude menos de detectar la misma irregularidad en su ordenador. La llama verde estaba allí en el mismo lugar con los mismos colores ominosos. Y no termina aquí la cosa. Ayer ofrecí gratis mis servicios a toda la vecindad para poder verificar sus ordenadores. Resulta que todos sin excepción tenían la llama verde desvaída en la esquina inferior derecha de sus pantallas.
—Es mejor que no sigamos hablando aquí —cortó mi amigo. Pagamos y nos fuimos a dar un paseo.
—Desde luego, veo que sigues con tus manías persecutorias —dije. —Como siempre—. Carlos me miró con esa mirada suya de silencioso reproche que siempre lograba ablandarme.
—Está bien, vayamos a dar un paseo. Todavía queda lo mejor. Ayer después de pasar toda la mañana atareado con los vecinos, volví a casa a comer y después me apeteció ver un episodio de una serie que estoy siguiendo ahora. Conecté mi ordenador y esperé paciente a que arrancara. No tardó mucho en mostrarse el escritorio— hice una pausa dramática. —Casi me caigo de culo cuando descubrí que allí, en la esquina inferior derecha de mi pantalla, estaba la llama verde.
—¡Tu ordenador también! Jajajaja—. Me sentó muy mal que se riera de mi y le dirigí una mirada llena de furia y al mismo tiempo de orgullo herido.
—Tranquilo... No te pongas así— trató de aplacarme. —Tú también te vas a reír cuando sepas la tontería que es. ¿Llevas el móvil encima?— Me quedé pensativo un momento sin ver la posible relación entre lo que yo le había contado y su pregunta.
—Sí. ¿Por qué? —repuse extrañado.
—Déjamelo un momento. A ver... —Hizo unas búsquedas hasta que finalmente encontró un artículo que me dio a leer.
—¿Así que todo esto es por ese parche del meltdown? ¡No me jodas que han puesto la llama verde esa tan mal hecha para dar a entender que el microprocesador está protegido contra ese fallo!—Iba a reírme también. Me quitaba un peso de encima tremendo y una risa o dos me sentarían de maravilla. En eso estaba pensando yo cuando, con la mirada seria, extrajo un papel de su bolsillo y me lo enseñó con cuidado de que nadie más se diese cuenta. 


NO HAGAS NINGUN GESTO RARO
NOS ESTAN ESCUCHANDO


Entonces volví a mirar su mano y me percaté de que tapaba la cámara delantera del móvil con el dedo pulgar y la trasera con la palma. Y entonces caí en la cuenta de lo que pasaba. Lo del parche había sido solo un subterfugio para despistar a nuestros escuchas. Mi móvil estaba también infectado por el virus de la llama verde. Probablemente estaba grabando toda nuestra conversación y retransmitiéndola. Y eso no era todo. A través de las cámaras podían estar observándonos, quienesquiera que fueran los autores del misterioso virus. Traté de conservar la calma y de poner cara de póquer. Pero esa nueva información me suscitó nuevas preguntas. Tantas que no sabía por donde empezar. Pero opté por aguardar pacientemente. Interpretamos nuestro papel lo mejor que pudimos. Intentamos hacer pensar, a quienes nos estuvieran escuchando, que aceptábamos esa explicación del parche del fallo meltdown; y volvimos a hablar de las cosas insustanciales propias de nuestra edad. Ya habría tiempo para respuestas. O eso pensé yo.

Habíamos quedado en vernos esa misma tarde, esta vez iríamos sin móviles. Cuando nos despedimos, la sonrisa de Carlos prometía una detallada explicación de todo cuanto estaba ocurriendo. Con esa tácita promesa nos separamos. Solo que Carlos nunca acudió a la cita. Le estuve esperando por más de una hora en el atrio de la iglesia de nuestro barrio, lugar que habíamos establecido para ese encuentro. No apareció.

Al día siguiente lo encontraron muerto en un maloliente callejón. Alguien le había apuñalado en el ojo con un fino estilete, llegando hasta su cerebro.