lunes, 26 de marzo de 2018

El ZULO (LV - XVII)

Dos personas, un hombre menudo y una mujer despampanante —ambos ya conocidos por el lector—, hablaban en la nueva sede, con nombre en clave El ZULO, del grupo KA de reciente creación a cuya cabeza estaba Daniel Trujillo, alias Dany Trejo. Estaban sentados delante de una pantalla de ordenador.

—Lo que venía haciendo hasta ahora para ganarse la vida es una total y absoluta chapuza... ¡Una mierda! Comparado con esto, sus anteriores fechorías podrían considerarse incluso infantiles. Es verdaderamente genial. Increíble. Incluso puedo decir que le admiro.
—Creemos que no lo ha hecho él, sino un joven hacker que se hace llamar L0pthR.
—Ah. Ya decía yo que esto no parecía propio de él. Sabe cosillas, pero no llega a la maestría de estas líneas de código. Debí suponerlo. ¿Habéis pensado en contactar con ese L0pthR? Apuesto a que le han dado cuatro duros a cambio de esta maravilla.
—Es imposible.
—¿Qué pasa? ¿Lo tiene asimilado como al tal GumPeR?
—Que va. Está muerto.
—¿Disputas con el jefe?
—No lo sé. Fue asesinado en Latinoamérica. Creemos que intentó huir y que le mataron por ello.
—No me digas más. Si no me equivoco el asesino despreciable ese... ha estado muy ocupado.
—Pareces saber más que yo de esa gente.
—Bueno, digamos que esta no es la primera vez que me las he visto con esos dos. —Luego añadió casi susurrando —La última vez que los tuve cara a cara, pensé que iba a ser la última. Fijo que se camelaron a los coreanos—. Entonces se dio cuenta de que Svetlana lo miraba sin comprender. —Perdona, a veces hablo solo. Es una manía que tengo.
—Entiendo— replicó con una mueca.
—Una pregunta.
—Claro. Dime.
—En todo momento has usado la primera persona del plural: «creemos». ¿Quién más, aparte de Dany, hay metido en esto?
—Pues— vaciló Sveta, —ahora mismo nadie más. Había otro. David, un compañero de operaciones. Todavía no me he hecho a la idea de que ya no está. Murió la semana pasada. Está muerto y enterrado. Una víctima más de este caso— Sveta se mantuvo fría, pero no pudo contener las lágrimas y un suspiro hizo temblar sus hombros.
—Lo siento. No debí preguntar— Rhyst volvió su rostro a la pantalla y dejó que la chica se recuperara. —Te prometo que les pararemos los pies a esos dos y que David no habrá muerto en vano.

Por encima de las cabezas de Rhyst y Svetlana, un desconocido silencioso escuchaba la conversación con una sonrisa en los labios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario