viernes, 20 de febrero de 2015

Relato: El Nenu.

Cuando Crisostomo, “El Nenu”, llegó a la Plaza, la Consejera ya había descubierto el monumento y sonaban las últimas notas del Himno Nacional. Cristobal, el Alcalde, cuando vio aparecer al Nenu empezó a ponerse nervioso, discretamente le hizo una seña a Bernardino, el Policía Local, indicándole la presencia del Nenu.

Bernardino, negó con la cabeza y se refugio entre la multitud que llenaba la Plaza, ya bastante había tenido, una semana penando con el papelito de los cojones, hasta que al fin cuando había reunido el valor suficiente había roto el sobre y el papel estaba en blanco.

-Zeño Bernardino a otra vez le escribiré algo, le había dicho el Nenu.

Bernardino pensó, que ya había tenido bastante con la experiencia, ahora cada vez que veía al Nenu huía de él.

La gente al ver a Crisostomo se fue apartando, hasta que el Nenu llego hasta la Consejera.

-Zeñora Consejera, man gustao mucho sus palabras.
-Muchas gracias Caballero.

Al Nenu le caía un hilo de babilla por la comisura del labio que regularmente se limpiaba con la manga del sucio gabán que vestía. Sin mediar más palabras cogió las manos de la Consejera y le dio un pequeño sobre de papel.

-Zeñora Consejera esto es un regalo para uste...
-Gracias Caballero. Dijo metiéndose el sobre en uno de los bolsillos de su caro abrigo de paño, pensando con desagrado que cuando volviera a casa lo mandaría directamente a la lavandería.

Cristobal, el Alcalde estaba pálido, y la gente murmuraba en voz baja.

-¡Nenu!, ya esta bien, deja a la Consejera, que la mujer tendrá que asistir al pincho.

Todos volvieron la cara hacia el fulano que había dicho esas palabras, de mediana edad, alto como un poste y delgado como una raya, Melquiades era el único del pueblo que que llamaba a Crisostomo, Nenu a la cara.

-Melquiades no te enfades, yo na más le he hecho un regalo a la Zeñora Consejera.

Dicho esto, el Nenu se empezó a alejar de la comitiva.

La Consejera no entendía nada, solamente veía muy preocupado al Alcalde y escuchaba el murmullo de la gente.

-¿Y usted es....?, pregunto la Consejera.
-Melquiades, Señora, mi nombre es Melquiades.
-¿Y el Caballero de antes?.....
-Crisostomo, Señora, aquí todos le llaman el Nenu, pero excepto yo, nadie se lo dice a la cara. Respondió Melquiades.
-¿El tonto del pueblo?. Pregunto la Consejera.
-No Señora, no, yo describiría al Nenu como un espíritu libre dotado con un Don.
-¿Un Don?. Pregunto la Consejera.
-Si Señora un Don, el Nenu es capaz de ver el futuro.

La Consejera miró interrogante y divertida hacia el Alcalde, el cual se había empezado a aflojar la corbata. Melquiades por su parte prendió un pitillo.

-Vaya, Cristóbal, le podríamos haber preguntado al Caballero si ganaríamos las próximas elecciones. Dijo la Consejera.

El Alcalde tragó saliva, su cara se había vuelto tremendamente pálida.

-No Señora Consejera. Respondió Melquiades. El Nenu no hace ese tipo de predicciones, él no sabe si su partido político ganará las próximas elecciones, ni que número saldrá premiado en la lotería de Navidad, no, su especialidad es otra, el ve la fecha exacta de la muerte de la persona con la que habla, la escribe en un papelito, lo mete en un sobre y hace su regalo, y le puedo asegurar Señora Consejera que el Nenu nunca falla. Dijo Melquiades mientras le enseñaba su propio sobre a la Señora Consejera.


P.D. Este es a grandes rasgos el sueño que he tenido durante una noche de fiebre debida a la gripe, comprenderán ustedes que los nombres de los personajes están cambiados, y que todo parecido con la realidad es pura coincidencia, o no???.

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