sábado, 28 de noviembre de 2015

La antena Klondike.





El otro día después de comer, me senté un rato a ver la televisión, estuve viendo un programa en el canal Discovery Channel que se llama “Gold Rush” en España lo han traducido como “La fiebre del Oro”.

En el episodio que vi, contaba la experiencia de unos fulanos que se habían trasladado desde el Klondike una región del Yukon al noroeste de Canadá en donde andaban buscando oro, hasta La Guyana en Sudamerica para tratar de buscar diamantes. Antes de montar la planta de lavado (para buscar diamantes) en mitad de la jungla, estos fulanos tenían que montar un largo mástil coronado por una antena yagi en polarización vertical de la banda de VHF -supongo que con la esperanza de pinchar algún repetidor- para estar comunicados con la civilización. Durante el montaje de la antena uno de los vientos fallo y el primer intento de montaje la antena se fue al traste, fue ahí cuando me acorde de lo que nos paso a un colega y a mi con la antena Klondike.

El suceso aconteció una fría mañana del mes de enero de 1995, aquel día se levanto gris, lluvioso y frío, un autentico “día de perros”, mi colega Isidro con el indicativo local “Sendero Luminoso” aunque todo el mundo en plan de “coña” le llamaba por radio “Flecha Rota” y el que abajo suscribe con el indicativo local “Pachorra”, nos encaminamos hacia un punto elevado sito en el paraje de la denominada Sierra de Herencia en la provincia de Ciudad Real.

Se trataba de una activación de la la 30 MRV (Mike Romeo Victor), mi colega ostentaba el 30MRV459 y yo el 30 MRV460. Cargamos el Talbot Horizon con el equipo a emplear: una emisora President Linconl, un Amplificador Lineal a valvulas BV 131, una antena vertical de base Tagra de 5/8 de onda sin radiales y una fuente de alimentación Europa de 20 amperios, todo ello iba a ser alimentado por un generador casero de gasolina fabricado con el viejo motor de un Vespino.

Nos costo “Dios y ayuda” llegar al punto de transmisión, montamos la tienda de campaña, y la antena. Estábamos montando una linea de alimentación desde la batería del coche hasta la emisora (transceptor para los más finos) ya que debido a la lluvia no íbamos a poder hacer uso del generador y habíamos decido emitir con los 12 watios de la emisora en la frecuencia de 27825Khz USB, frecuencia de llamada de la MRV, cuando una brutal ráfaga de viento hizo fallar uno de los viento cayendo a tierra la antena, un porrazo de aúpa, deformo la parte superior de la pobre Tagra y la partió más o menos por su mitad.

-¡Cojones! ¡Hostia puta! ¿Ahora que hacemos?.Pregunto el bueno de “Flecha Rota”.
-Vete al coche e inicia la activación con la Super Jopix 3600 y la Santiago 1200. Por cierto ¿todavía tienes la vieja caña de pescar en el coche, esa que es de bambu?. Le pregunte.
-Si, por...
-Tu vete y comienza la activación.

En el mundillo Cebeista yo era calificado como algo “racano” o “tacaño” a la hora de montar equipos y antenas, sobre todo antenas, siempre he tenido la casa llena de antenas de hilo “Made Home”-construcción propia-. Así que me puse manos a la obra decidido a montar una “antena de fortuna”. Comencé la construcción de un dipolo flexible en polarización vertical, una que me había pasado cierto colega cubano a través de “Radio Packet” en la banda de HF a la increíble velocidad de transmisión de 300 baudios/segundo. Yo a esa antena la llamaba antena “Klondike” (en honor a la zona rica en oro) y la tuve en base hasta que fue relevada por la famosa “antena palo de escoba”-de la cual prometo hacer otro articulo-.

La antena en si es bastante simple, se construye utilizando únicamente el propio cable coaxial, el primer tramo la componen maya y activo hasta la longitud de un cuarto de onda, y el segundo tramo lo compone únicamente el activo hasta la longitud de otro cuarto de onda de la frecuencia a emplear, la “madre del cordero” se encuentra en su base ya que hay que construir un “balun de aire”, una bobina aprovechando el propio coaxial -para la banda de once metros son cinco vueltas de RG 58 sobre un diámetro de unos 15 cm-.

En aquella ocasión utilice la caña de pescar unida al mástil mediante bridas y cinta aislante para darle rigidez a la antena, y un rollo de papel higiénico para construir la bobina, conseguí ajustar las “estacionarias” entre 1,2 y 1,3 suficientes para efectuar una trasmisión segura.

La verdad es que la antena daba “grima” verla -lastima que en aquella época yo no tuviera ningún móvil con cámara de fotos- pero “pitar”, “pitaba de pila master”, algún que otro contacto con Sudamérica -Argentina y Rep. Dominicana fundamentalmente-, amigos de la Italia a “tuti plain”, y por la tarde-noche infinidad de contactos locales.

Aquel día acabamos con un cenicero lleno de colillas de Ducados y con el cuaderno -Libro de Guardia- de la activación lleno con un “güevo” de contactos.

Mi colega Isidro -ya saben Flecha Rota- y el abajo firmante, acabamos mojados y pasamos bastante frío, pero con el paso de los años sigo opinando que valió la pena vivir la experiencia.


Ilustrando el presente articulo les dejo el esquema del chisme de mi viejo cuaderno de notas, por si alguien se animara a construir la antena.

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