lunes, 19 de febrero de 2018

La carta (LV - XII)

«Muerte en el dojo

«Hayan al dueño decapitado y a uno de los alumnos habituales al borde de la muerte. La policía no sabe nada.

«Los hechos se produjeron anoche en la Academia de Kendo Tenshukaku de Madrid, propiedad de F.G., después de la última clase de la tarde. A la mañana siguiente encontraba el pastel la señora de la limpieza y tras llamar a los servicios sanitarios, quedó en un estado lamentable cuasi catatónico. Según algunos alumnos encuestados, D.A., es decir, el que sigue con vida, se perdía muchas clases por su trabajo y solía practicar él solo al final de la jornada. La policía local considera que este discutió con el dueño del dojo por alguna razón y que ambos pelearon resultando uno muerto y el otro gravemente herido. En cambio, fuentes de la U.C.O. han especulado que lo más probable es que haya una tercera persona desconocida implicada. De todas formas, no se sabe nada seguro. Los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado están esperando a que D.A. se recupere de sus heridas y pueda declarar felizmente. Aunque este sigue grave y a estas horas todavía se debate entre la vida y la muerte en el Hospital Puerta de Hierro. Blah, blah, blah»


Una lágrima empañó el artículo del periódico «El País». También había leído las versiones vertidas en «El Mundo», «ABC», «Expansión» y «20 minutos». Algunos insistían en que David había asesinado a su «sensei». Sveta sabía que no era así. No comprendía quién le había podido hacer eso a David, pero tenía alguna idea de por qué. Sacó el sobre en cuestión de su bolso. La nota decía así:

«Siento meterte en esto. No quiero asustarte, pero me está siguiendo alguien. Sospecho que es el asesino del hacker. Trataré de atraerlo sobre mi. Esta noche cuando te llame desde el aeropuerto, sostendré entre mis dedos una tarjeta de ocho gigas que he comprado exprofeso. Pero eso solo te proporcionará algo de tiempo. Y lo peor es que no sé cuanto. Esperemos que el fulano tenga que entregar la SD a alguien más para analizarla.

«En cuanto te llegue esta carta, haz copias de la memoria que te adjunto y súbela a la Red. Es la original. La que encontré en la zapatilla del hacker asesinado. De momento no sabemos qué es. Tendrás que analizarla con cuidado.

«Si me pasara algo... quiero que hables con un policía. Se llama Daniel Trujillo. No esperes. Hazlo enseguida. Cuéntaselo todo desde el principio. Trabaja con él.

«Te quiero
«Fdo: David Abad»


Más lágrimas. Inclinó el sobre y dejó caer la memoria sobre la palma de su mano. Sacó un coqueto set de maquillaje de su bolso. Lo manipuló cuidadosamente hasta que se abrió como una cajita china. Allí tras el espejo depositó la diminuta memoria y volvió a cerrarlo con un clic. Había leído la carta tantas veces que se la sabía de memoria. Guardó el set y la arrojó al fuego de la chimenea. La carta se consumió aprisa. Las pequeñas llamas de debajo iluminaron la frase «Te quiero» durante unos segundos y finalmente no quedó nada.

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