domingo, 27 de diciembre de 2020

Cartas sobre la mesa (LV - XXIV)

Cartas sobre la mesa

Daniel Trujillo, expolicía y miembro del departamento de delitos informáticos del CNI, acariciaba las tres muescas de la culata de madera de su revolver Astra Police .357 Magnum mientras repasaba en su mente como habían ido las cosas desde aquella conversación con el Super. Vicente Restrepo, alias El Super, era el subdirector del departamento. Dany sabía que, oficialmente, este carecía de poder para poner en marcha un nuevo equipo Ala 25 tal como le había pedido, pero en los muchos años que Vicente llevaba en el CNI había conocido a mucha gente de áreas muy dispares. Concretamente su amistad con el jefe del Núcleo de Apoyo Operativo de Madrid Centro había probado ser muy útil, pues gracias a la misma se las había apañado para incorporar a los chicos en uno de los equipos del grupo KA 5 o Agentes Operativos Grupo 1. Y lo había hecho bajo las mismas narices de Plana mayor y Secretaría de los grupos KA. Ahora formaban parte del Subgrupo Primero, Equipo Tercero del KA 5 y se habían establecido en el ZULO; nombre provisional de la base de operaciones del equipo que, ya fuera por pereza o falta de imaginación, había acabado siendo la designación definitiva. El grupo tenía un jefe, un subjefe y siete agentes especializados en: transmisiones, mecánica especial, óptica, transporte, cambio de apariencia, censura y conocimiento del entorno. A ellos se habían unido Dany, Rhyst y Svetlana. A Dany le correspondía ser el jefe de facto del equipo aunque, de alguna manera, tendría que torear al jefe oficial del mismo para salirse con la suya. Odiaba profundamente los tejemanejes políticos, motivo por el cual no había ascendido. Echó otra ojeada a las muescas de su revolver y le vino a la mente la imagen de Isidro Jiménez "El Nene" pudriéndose por el cáncer en una cama de hospital. Aquello le confortó al recordarle que la vida siempre puede ir a peor. Aquel revolver lo había heredado de "El Nene" y aunque las tres muescas eran cosa de su anterior propietario, Dany soñaba con marcar la suya propia. Esperaba tener esa rara oportunidad con Sentencia. Ese perro, al igual que su amo, era muy escurridizo. Tan escurridizo como certero, se podría decir.

Dos golpes suaves en la puerta de su despacho le recordaron que habían quedado en que pondría al día al equipo sobre los pormenores del caso.

—Voy en un momento. Espérenme en la sala —gritó. Descolgó el teléfono y marcó el número interno de Rhyst. Cuando le respondieron añadió: —Busca a Beta y reuníos conmigo en la sala de juntas.

—Enseguida vamos —se escuchó. Dany colgó el auricular, se puso en pie, devolvió el Astra Police a su funda bajo el brazo izquierdo, se puso la chaqueta y por un momento unos documentos amontonados en una esquina de su mesa ocuparon toda su atención.

Cuando entró en la sala de reuniones de las instalaciones del ZULO, con los documentos bajo el brazo, ya estaban allí todos los agentes originales del equipo excepto el anterior jefe; que se negaba a comparecer porque no aceptaba la intromisión de Daniel y sobre todo que le desplazaran de aquella manera del mando del equipo. A Dany no le importó. Se limitaba a hacer su trabajo y se mantenía al margen de todas esas mierdas políticas. Se veía forzado a ocupar el puesto de jefe porque era el que más sabía del bosnio. Aunque tampoco le gustaba esta situación, estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario. Al cabo de un momento entraron Rhyst y Sveta. Dany ocupó la presidencia de la mesa y quedándose con una copia, entregó el resto para que se lo repartiesen.

—Los documentos que tienen delante —sostuvo la mirada por turnos a cada uno de los allí reunidos— constituyen un dossier con toda la información que se sabe hasta la fecha sobre el criminal conocido como "el bosnio". —Hizo una pausa dramática evaluando la cantidad de energía negativa que flotaba en ambiente—. También hay un pequeño informe con lo poco que sabemos sobre la persona que le suele acompañar en estas lides: un asesino muy peligroso que se hace llamar "Sentencia". Nuestro objetivo es detenerlos vivos o muertos. El motivo de esta reunión es contarles lo pueda sobre esos tipos. Es posible que algunos de ustedes piensen que meterles en este caso sea poco menos que matar moscas a cañonazos. Pero les advierto que "el bosnio" es un cerebro criminal de alcance internacional que hasta ahora no había desarrollado su potencial completo. Sus actividades hasta hace poco se reducían al chantaje y a la extorsión como medio de mantener un alto tren de vida. En el camino no ha dudado en quitar de en medio a todo el que le estorbaba. Para ello a veces recurría a Sentencia, pero en momentos de necesidad ha probado ser un asesino frío y despiadado. —Dany se detuvo un momento para beber agua. Los agentes se removieron en sus asientos, pero solo la subjefe Lidia Rojas se atrevió a preguntar:

—Oiga. No es que dude de su palabra, pero si estos hombres son tan peligrosos, cómo es que no hemos oído hablar de ellos. —Dany sabía que al expresarse así solo estaba tratando de manifestar su descontento. En el fondo empatizaba con su jefe y había ido a la reunión porque no se había atrevido a desoír la llamada.

—La razón —Dany se aclaró la garganta—, es muy sencilla. Hasta hace poco no había trascendido del departamento de delitos informáticos, mi departamento, y solo unos pocos hemos estado metidos en la investigación. En parte porque pensábamos que esos dos habían muerto. Ahora, gracias a esa señorita —dijo señalando a Svetlana— sabemos que siguen vivos y que se traen algo gordo entre manos. Bien, si no hay más dudas, proseguiré.

—Un momento. —Volvió a interrumpir la subjefe señalando algo de la primera página del dossier—. Usted ha dicho que este hombre, el bosnio tiene proyección internacional, y sin embargo, ¿la Interpol no sabe nada de él? De otro modo, habríamos oído hablar de este tipo; porque, como usted sabrá, estamos muy atentos a las Notificaciones Rojas.

—Si no lo hemos puesto en busca y captura hasta ahora es porque carecemos de pruebas sólidas para ponerlo a la sombra la temporada que se merece. Debe entender que el bosnio ha sido llevado a juicio en dos ocasiones, pero en ambas la acusación no fue capaz de enviarlo a la cárcel. La naturaleza de sus actividades supone un serio problema, dado que siempre comete sus delitos escudándose en una botnet o mediante técnicas que dificultan determinar su autoría. Es inútil alertar a la Interpol si luego no le podemos acusar de nada. Tiene la costumbre de no dejar tras de sí pruebas ni testigos.

—Pero aquí dice —volvió a hablar la subjefe con incredulidad— que mató a un hombre en Viena, un tal Norberto Rodriguez.

—Sí, un inocente guía turístico que tuvo la mala suerte de despertar la suspicacia del bosnio. Fue desafortunado porque en ese momento estaba siendo vigilado por agentes nuestros. Sucedió en la estación Westbahnhof. Aprovechó un descuido de mis hombres y se lo cargó pensando que era uno de ellos. No tenemos ninguna duda de que fue él quien lo asesinó a sangre fría, pero no hay pruebas y nadie le vio hacerlo. ¿Entiende?

—¿Y qué hay de los tiroteos en París? ¿Tampoco les vio nadie? —añadió Rubén Montalvo, agente especializado en transmisiones. Dany estuvo a punto de perder las formas, pero se contuvo.

—¿Cuando usted oye un tiro cerca —le fulminó Daniel con la mirada— se queda mirando para ver quién dispara? Vaya preguntita. Dejen la lectura para después y escuchen lo que tengo que decir sobre el caso que nos ocupa. Y si tanto les preocupan esos hechos, esperen a leer a cerca de los sesenta asesinatos cometidos por Sentencia bajo órdenes del bosnio solo para mantener el secreto del proyecto que nos ocupa. Entre ellos dos compañeros del CNI, un agente y una recepcionista. Tanto el bosnio como el asesino profesional que está a su servicio son expeditivos e ingeniosos. —La subjefe estuvo a punto de abrir la boca, pero desistió, por lo que continuó hablando Dany. Miró a Rhyst—. Rhyst, si te parece bien explica un poco por encima el particular modus operandi del bosnio hasta ahora.

—Claro —empezó Rhyst tímidamente. —Hasta recientemente, nuestro hombre se ha limitado al chantaje, y a la extorsión si le ha hecho falta. Es famoso por su botnet llamada Tela de Araña. Esta red estaba compuesta por servidores que situaba en pisos adquiridos con identidades falsas y por ordenadores zombis que reclutaba pacientemente. El método empleado para la captación era simple. Normalmente se movía él mismo, siempre disfrazado, a un lugar público y suplantaba un router local confiable para interceptar todas las transmisiones. El software de su botnet se aprovechaba de una base de datos de vulnerabilidades para infectar cualquier teléfono móvil inteligente que se conectara a esa red. Una vez infectados, un gusano se dedicaba a buscar ordenadores cercanos con el fin de alcanzar el ordenador del dueño del teléfono. Al localizar uno, de nuevo recurría a la base de datos de vulnerabilidades para infectar el ordenador: bien a través de conexión usb o a través de la wifi. Cada ordenador infectado quedaba incorporado a la botnet para escudarse en él para futuras tropelías, o para extracción de datos del propio ordenador. Por supuesto, una de las actividades principales del gusano era averiguar la identidad del propietario y apoderarse de todas sus cuentas bancarias, de correo electrónico, carteras de bitcoin, etc. En caso de verificarse que la persona en cuestión era alguien importante, se le marcaba como futuro objetivo. Si el bosnio necesitaba dinero urgentemente y encontraba suficientes fondos en las cuentas intervenidas, las limpiaba a través de compra de bitcoins y otras criptomonedas que pasaban a formar parte de alguna de sus carteras anónimas. Una vez limpiado un cliente de esta forma, se eliminaba el virus de manera que no pudiese encontrarse una conexión con la botnet, en caso de llegar denuncia a las autoridades, que no siempre era así. Pero su mayor poder estribaba en la cantidad de ordenadores zombis incorporados a su Tela de Araña y la información que podía sacar de ella, permitiéndole tocar —a través del chantaje y la extorsión— cantidades ingentes en paraísos fiscales de las que, de otro modo, nunca podría haberse apropiado. Una cualidad muy importante de nuestro hombre es que no es excesivamente avaricioso. Se conforma con poder llevar un nivel de vida alto sin necesitar atesorar cantidades demasiado magníficas que podrían ponerlo en peligro. Así que se mueve despacio a su ritmo y sin dejarse cegar. Y creo que con eso pueden darse una idea en líneas generales de sus operaciones anteriores —concluyó.

—Bien explicado —aplaudió Dany, asintiendo en dirección a su compañero—. Además tiene que quedar cristalino —dijo apoyando sus palabras con un gesto de su dedo índice— que el bosnio no es un asesino compulsivo. Nunca mata gratuitamente, sino solo cuando la necesidad le obliga. Un asesinato le supone un riesgo importante. Es malo para su negocio. Algo muy grave tiene que haber sucedido para impulsarle a ordenar cincuenta y siete asesinatos. Además de otros tres, que podrían considerarse como daños colaterales.

—Si me permite, Trujillo —empezó Svetlana con una expresión sombría—, resumiré las razones que le han llevado a hacerlo, hipotéticamente.

—De acuerdo —asintió pensativo—, me parece apropiado. Adelante.

—Bien. Para dar una imagen lo más completa posible de los hechos, me veré obligada a referir cosas acaecidas con anterioridad a mi involucramiento en este caso. A pesar de no ser una fuente de primera mano, creo que hacerlo así proporcionará una visión más completa a los aquí reunidos del criminal conocido como "el bosnio", o "el hombre sin nombre", y de los hechos concernientes al caso. Empezaré mi narración hace unos años, durante lo que debió ser la peor crisis para los negocios del bosnio. Un equipo de hackers, encabezados por el aquí presente Rhyst, y bajo el mando de nuestro actual jefe, Daniel Trujillo, estaban literalmente dando caza al hombre sin nombre. Durante aquellos días, la botnet Tela de Araña fue desmantelada pieza a pieza, sus cuentas en paraísos fiscales expropiadas y él mismo sometido a una persecución mayor de la que había sufrido nunca. Hasta el punto de que se vio forzado a huir del país y más tarde estuvo cerca de ver el fin de sus días. Sospechamos que se retiró del mundo durante un tiempo para lamerse las heridas y posiblemente para planear su vuelta a escena. ¡Y vaya si ha vuelto! Retornó con fuerzas renovadas y grandes ideas. No lo de siempre, sino algo nuevo, algo increíblemente sofisticado para lo que sus conocimientos eran insuficientes. Por ello, en esta ocasión optó por recurrir a un oscuro hacker para que le hiciese el trabajo. Lo que tenía en mente era un virus con múltiples capas, varios vectores de contagio y capaz de extenderse por si solo entre máquinas con sistemas operativos diversos e incluso con hardware variado. Es tan complejo que todavía no hemos podido analizar más que una pequeña parte de él. Infecta a móviles y ordenadores por igual, y pasa de dispositivo a dispositivo con una velocidad inusitada. Según hemos podido comprobar, a estas alturas, ya tiene en su poder media Europa. Por el momento desconocemos las intenciones concretas del bosnio; pero tememos que, al abandonar el modo latente, sus efectos pueden ser devastadores. En cualquier caso, esto no augura nada bueno. —Sveta hizo una pausa para tomar un poco de agua—. Pero no todo le salió al hombre sin nombre como había planeado. Y a partir de aquí es donde comienzan nuestras especulaciones. Desde el principio, el bosnio quería un virus silencioso e indetectable. Pero, por alguna razón, el hacker contratado incluyó una firma visible. Tenue y minúscula, sí, pero que podía atraer una atención no deseada, y en una fase temprana donde todavía era vulnerable. La firma es una pequeña llama verde. Por ese detalle le hemos dado al virus el apodo de "Llama Verde" o "LV". El bosnio debió de enloquecer cuando se dio cuenta e instó al hacker a que la retirase. El hacker, en lugar de quitarla, huyó. Y con esa acción selló su destino. Lo encontraron muerto en su hotel en una remota localidad de Colombia. Fue gracias a la firma que nos percatamos de la existencia del virus y comenzamos a investigar. En verdad ese hacker nos hizo un inmenso favor al firmar su obra. Desgraciadamente, no fuimos los primeros en descubrir la anomalía. Una captura con la firma llegó a un foro especializado en ingeniería inversa de amenazas. En poco tiempo todos los miembros del foro detectaron docenas de pequeñas llamas verdes entre las pantallas de sus amigos y vecinos. Supusieron acertadamente que aquello era un nuevo virus y se dieron cuenta de que el virus era tremendamente infeccioso. Decidieron investigarlo ellos mismos para así llevarse el mérito si conseguían crear una herramienta de eliminación antes que nadie. Lamentablemente con esa decisión, sin saberlo, firmaron su sentencia de muerte. Sus cincuenta y seis miembros fueron asesinados en cuestión de semanas. A pesar de coincidir tantos asesinatos en tan poco tiempo, la policía no vio nada raro en ello y todos pasaron por robos con muerte, ajustes de cuentas entre bandas y cosas por el estilo. Desde luego el hombre sin nombre no podía permitir que se estuviera hablando del virus tan pronto. Entre otras cosas por eso resulta de vital importancia guardar el secreto sobre lo que hagamos o hablemos aquí.

—Es por esa razón —intervino Dany—, que les hemos estado exigiendo desde el principio el pernoctar en estas instalaciones y no abandonarlas excepto por necesidades operativas. Sé lo duro que está siendo para todos, pero es importante que nadie introduzca por accidente un dispositivo infectado con el Llama Verde, lo que seguramente daría al traste con el secreto de esta operación. No olvidemos que el bosnio tiene conexión directa con cada ordenador o smartphone afectado. Eso les da acceso potencialmente a todo: ficheros, micrófonos, cámaras y a todo lo demás. Toda precaución es poca.

—Pues su compañera bien que sale cuando quiere —soltó Lidia Rojas casi con desprecio.

—Eso no es verdad —cortó Dany antes de que Sveta tuviera tiempo de responder—. La señorita Vorobiovna ha salido estrictamente por necesidades de la operación y ha corrido un gran peligro haciéndolo. Todavía no sé de donde saca el coraje para irse a dormir a su casa sabiendo que está siendo perseguida por un asesino profesional tan contundente como Sentencia. —Dany contó cómo Sentencia había averiguado que las actividades del hombre sin nombre estaban siendo objeto de investigación por David, y todos los hechos que habían acaecido como consecuencia de ello; incluyendo el asesinato de David y los otros. Cuando hubo terminado fue el especialista en mecánica especial, Albert Dou, quien habló con una sonrisa:

—¡Caray! Si alguien me hubiera contado algo sobre esta locura fuera de aquí, habría jurado que me estaban hablando de una peli de ciencia ficción. Todavía después de haber visto personalmente algunas muestras del Llama Verde en el laboratorio, me resulta increíble. La gran pregunta es, ¿y ahora qué? ¿cuál es el plan? ¿Formateamos cada ordenador en el que aparezca el logo ese?

—No va a ser tan sencillo. —respondió Sveta—. El LV está ya tan extendido, que cualquier ordenador recién formateado volvería a ser infectado en cuestión de minutos u horas. Para empeorar la situación aún más, recientemente la firma ha desaparecido de todos los dispositivos afectados. Este suceso nos ha dejado perplejos a Rhyst y a mi, pues tenemos buenas razones para suponer que el bosnio no dispone de los códigos maestros necesarios para realizar cambios en el virus. Y con el autor original del virus muerto, nos preguntamos quién ha podido ser el responsable del cambio. En todo caso, esta eventualidad no nos perjudica demasiado, pues un rápido estudio nos ha permitido averiguar que en realidad la llama no ha desaparecido del todo. Si bien es cierto que no se ve a simple vista, aún puede detectarse analizando los píxeles de la zona de la bandeja del sistema donde aparece.

—Para empezar —dijo Rhyst meditabundo—, se me ocurre que podemos diseñar un dispositivo portátil de detección. Algo que no pueda ser infectado y que pueda ser utilizado por cualquiera con darle a un botón.

—Es una buena idea —convino Sveta.

—Entonces de acuerdo —aceptó Dany—. Vosotros trabajad en eso y continuar analizando el virus. El resto de nosotros nos concentraremos en investigar el paradero del bosnio. Tenemos algún hilo del que tirar para abrir boca. Rojas, vaya por nuestro invitado—. Lidia Rojas se levantó de mala gana, pero hizo lo que le pedían. Al cabo de un minuto entraba de nuevo por la puerta precedida de un ser de triste aspecto.

—Hola Gumersindo —Daniel Trujillo dedicó una sonrisa sardónica al invitado, que no era otro que Gumersindo Peralta Romero, alias GumPeR.