jueves, 12 de junio de 2014

Relato (El Appeliano X): Peregrinación.

Llegaron por fin al Aeropuerto de Ouklans en California, al acercarse al oficial de fronteras bajo el rotulo de Line border este le pregunto:
-¿Nombre?.
-José Miguel Señor del Oso.
-¿Motivo de su visita a California?.
-Vacaciones.
Le hubiera gustado decir la verdad, visitar las instalaciones del gran Dios Appol en Cupertino (CA), pero los hermanos lee habían advertido que la Policía Norteamericana se caracterizaba por tener muy poco sentido del humor.
-¿Nombre?, le pregunto el oficial de aduanas a Borja-Mary
-Borja María Sanz, mientras se quitaba los cascos ya que venía escuchando el ultimo episodio de Appol cinco por uno.
-¿Motivo de su visita a California?.
-Ver las instalaciones del Dios Appol en Cupertino.
-¿Que coño dice?, le pregunto el Policía, un negro del tamaño de un armario empotrado de dos metros por dos metros.
Al pobre Borja-Mary se le escapo una leve ventosidad.
-Perdón señor, quise decir vacaciones, musito Borja-Mary.
-Bien pasen los dos, dijo el Policía.
En la estación de tren de Oakland Airport Terminals que les llevaría después de cerca de una hora hasta Cupertino Stelling &, en pleno Valle del Silicio, empezó a fantasear con la vista a la ciudad de Cupertino ya que caminarían por las mismas calles por las que paseó el maestro, en una de esas calles, tal vez viendo un escaparate o al volver una esquina se le ocurriera la idea de diseñar el sagrado iPhone.
Después de un ajetreado viaje en tren en el que Borja-Mary debido a los nervios y al estreñimiento que sufría dado al elevado  consumo de manzanas,  fue diez veces al servicio,
Cuando por fin llegaron a la ciudad preguntaron por el Campus Appol, un agradable taxista los llevo ante la entrada de las instalaciones en forma de disco (manzana) del campus, al llegar al destino y bajarse del vehículo, vieron la entrada del complejo ornamentado por las banderas de los EE.UU, la bandera del Estado de California, y por fin flameando al viento la bandera del Dios Appol.
Ante esta visión los dos postrados de rodillas, murmuraban las sagradas letanías “We can, we can “ y “Appol is diferent”, mientras se hacían el signo de la manzana sobre el pecho.
Lo primero que hicieron fue hacerse una foto junto a la entrada con las banderas de fondo y subirla a Twitter, al hacerlo sus dispositivos no dejaron de sonar en diez minutos, eran mensajes de los hermanos appelianos, algunos se alegraban y otros envidiosos criticaban su periplo en la red social.
Con sudor en la mano, Chemi “el Appelianio” pulso el timbre de la entrada al complejo.


Continuara.......

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