martes, 3 de junio de 2014

Cuentos de la Chela: Aconteceres. 1736



"La campana de la parroquial tocaba a transito. El sacristán las hacía sonar anunciando nuevas expiraciones durante todo el día.


El pobre hospital, de tan reducido, no tenía más cabida para amparar a la tal proporción de infectados de tabardillo, que hasta las cámaras, patio y corral se hallaban plagados de contagiados y agonizantes. El galeno medico de la Villa no daba abasto en atender a los padecientes de enfermedad ni atinaba a dar remedio al mal. Frey Alfonso el Prior, tampoco alcanzaba a dar responso y de si a todos los entierros y enterrillos que se producían. La justicia no sabía a dónde acudir de tantos colodrones que ya habían dado en busca del auxilio de sus vecinos.

Hallabanse en reunión al mes de julio, las justicias ordinarias, las médicas, y también las eclesiásticas en el Concejo de Villafranca en disquisición de encontrar remedio del mal de morirse de tantos vecinos, y de salvación de sus almas, de no poder remediarlo.

Los regidores, Hernán Vázquez y Rodrigo Manrique, hacían entrar en sofoco al médico del pueblo de tanto inquirirle medicina que detuviese la enfermedad que contraían cientos de hombres, mujeres y niños. Este, encomendado a sus saberes, pedía a San Lucas Evangelista iluminación en sus bebistrajos y medicamentos, sin hallar respuesta ni consuelo.

-Al Gran Prior debemos acudir de auxilio-. Habló Francisco Morales, el médico-. Otros galenos más sabios que yo han de procurarnos, si en verdad, parar esta sangría de almas suspiramos.

A todos los reunidos les estuvo bien la consideración del médico de la villa. Escribieron documento de socorro que firmaron los presentes, encargando su rápida entrega a Melquiades, el de la Santa Hermandad, conocedor de los caminos y sus atajos.

Antes de llegar el jefe cuadrillero, ya volvía con la respuesta de atender a la súplica del Concejo de Villa Franca."

Por Domingo Camuñas.

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