miércoles, 29 de enero de 2014

Relato: De Melquiades y sus métodos.

Hallabase por aquellas fechas Facundo Bosque al que apodaban “el Gorrón” requisitoriado para cumplir dos años de destierro y trabajos forzados a cumplir en una mina de nitratos en Chile,, por diversos robos y crímenes cometidos entre las villas de Alcázar y la Villa-Franca.

Era el tal Facundo hombre de baja estatura, rechoncho, de verbo fácil y con un prodigioso Don de gentes, de tal fortuna, que como dice la copla del gitano, si no te la mete de estrada, al final te la mete de salida, era además personaje muy escurridizo y hábil en el manejo de la navaja, ya que en cierta ocasión al verse acorralado en la villa de Herencia, esgrimió una herrumbrosa “Cachicuerna” ante el alguacil de aquella villa, de tal suerte que el de la Autoridad resulto herido con una linda mojada en un costado y el bandido huyo tirándose a través del ventanuco del mesón donde se encontraban, perdiéndose en la negrura de la noche.

El tal Facundo era también dado al vino y a las mozas, entre las gentes de su calaña era también conocida su “alergia” a pagar alguna que otra ronda de vino cuando se hallaba de parranda acompañado de sus compadres, de ahí el apodo de “Gorrón”, aunque estos tuvieran bien cuidado de no mencionar el apodo cuando el mentado estaba presente ya que este montaba en cólera, y dando grandes voces, informaba que estaba sufriendo picores en la cachicuerna, picores que solo se quitaban si la enfundaba en la barriga de algún desgraciado.

Andaba por aquella época, Melquiades Fernández de Avilés, Jefe Cuadrillero de la Santa Hermandaz Vieja de Ciudad Real algo picado por las advertencias que recibió del Gobernador de la Villa de Alcázar de San Juan en relación, a la captura del peligroso “Gorrón”, pues aparte de la mojada dada al alguacil de Herencia, el tal “Gorrón” era a la vez un Don Juan y entre versos y carantoñas había dejado también preñada a una de las sobrinas del Gobernador, que por aquella época andaba algo asilvestrada y con la cabeza llena de pájaros.

*Saturnino- En menudo encargo nos metió el Gobernador.

*Melquiades -No te apures Saturnino que Dios dispondrá lo que haya de disponer.

Y diciendo estas enigmáticas, palabras se dirigieron al mesón de la Chela en la Villa-Franca, que esa anochecida había lanzado reto consistente en que el villano que fuera capaz de comerse el solo una sartenada de gachas de almortas, que allí llaman de titos, no tendría obligación de pagar, ni gachas , ni el vino necesario para regarlas.

Al llegar a la puerta del mesón, llamó Melquiades a Cazuela, el nieto de la Tía Filomena y le dijo que pasara dentro y le dijera a Consuelo, que apodan “La Chela “ y regentaba el mesón que asomara los hocicos a la calle.

*Melquiades -Consuelo ¿acudió el pájaro al reclamo?.

*Chela -Acudió, lleva bebidas tres jarras de vino y comida medía sartén de gachas, si sigue así no voy a cobrar y menudo negocio voy a hacer con los de las “mangas verdes”.
*Melquiades -Vuesa merced, no se apure por esa inquietud, cuando sean cinco las jarras de vino, Consuelo, tenga la bondad de mandarme a Cazuela con la nueva.

Saturnino miró a Melquiades, con cara de no entender el entuerto.

*Melquiades -¿Se acuerda vuesa merced cuando apresamos al tal Julio, que acusaban de Nigromancia?.

*Saturnino -¡Bien lo recuerdo vive Dios!, aquel al que denuncio el párroco de la Villa-Franca el tal Freí Alfonso, y que era barbero en Alcázar, que se  le ocurrió pedir longaniza en tiempo de precepto.
*Melquiades -Ese mismo, pues tuve parlamento con él y me dijo que en tiempos fue amigo de Facundo, y que harto de sus vilezas dejo de ser lo, este mismo también me dijo de su afición a las gachas y al vino, cuanto más si estos eran de “valdrán”, fue así como se me ocurrió el entuerto de las gachas y el vino de gañote, por eso ahí esta el desgraciado ganándose su viaje a Chile, aunque el ahora ignore todavía tal extremo.

Silbo en ese momento Cazuela llamando la atención de los de las “mangas verdes,” que sin perder un minuto se adentraron en el mesón.
Al pasar vieron al Facundo de rodillas vomitando vino y gachas, con las manos entrelazadas a la altura de la barriga, y que al ver de entrar a los de la Santa Hermandad hizo intención de levantarse, pero al realizar el esfuerzo solo consiguió manchar el cagalar, pues después de un sonoro “pedo” se defeco encima.

*Melquiades -Pongámosle presto al cabrón grilletes, y dejemos al pájaro a buen recaudo, que con el asiento que lleva, no le han de quedar ganas de mostrar la navaja.

*Saturnino -¡Voto a Briós! Melquiades, aunque haya comido gloria, sin duda cago mierda, vaya hedor.
*Melquiades – Pues apúrese vuesa merced, para pasar el paquete al alguacil de la Villa-Franca y que le haga compañía en la cárcel de la villa.
*Chela - ¿Y a mi quien me paga la pitanza?

Quitole entonces Melquiades la bolsa a Facundo y tirándosela a la Chela le dijo:

*Melquiades Coja vuesa merced la bolsa ¡y a callar!.

*Chela -Siendo así la cuestión, sepa vuesa merced que mi raco queda bien tranquilo.

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