lunes, 15 de enero de 2018

El agente BETA (LV - II)

Svetlana Vorobiovna Zhuk trabajaba con denuedo en un nuevo lote de datos provenientes de Galileo RCS. De ascendencia rusa, había nacido en España, lo que le otorgaba uno de los requisitos para trabajar en el Centro Nacional de Inteligencia: tener la nacionalidad española. Al terminar la Licenciatura en Informática se había movido de máster en máster para tratar de aprender los caminos del hacking. Cada nuevo intento la había decepcionado y frustrado. Los conocimientos que buscaba no estaban nunca ahí. Pero ella siguió en su empeño hasta que, hundida económica y moralmente, cayó en el abismo y empezó a relacionarse con malas compañías. Curiosamente, en ese mundo de tinieblas y mala olor, encontró a su mentor: un tal Lizarth37e. Juntos hicieron algunos chanchullos para ayudar a que Sveta, él siempre la llamaba por el diminutivo, se recuperase. Licito, como Sveta acabó llamando a su mentor, le hizo leer todo mamotreto sobre el tema del hacking que llegara a sus manos, pero sobre todo leían e-zines de hacking, cracking y virus making. Lo primero que escribió Sveta fue un virus del tipo BSV (Boot Sector Virus). Lo firmó como Beta. Después de todo, nadie se molestaba en pronunciar la S inicial de su nombre y mucho menos cuando usaban el diminutivo. Licito le ayudó a distribuirlo mediante uno de sus gusanos y el virus causó algunos desastres, pues por un pequeño error al escribirlo, el virus provocaba que el siguiente arranque fallara en cargar el sistema operativo. Lizarth37e (en adelante siempre Licito por dificultades de pronunciación) le enseñaría muchas cosas, algunas de ellas que no oso repetir aquí, hasta su muerte de sobredosis unos dos años después de conocer a Beta. Por entonces la alumna había superado a su maestro (sé que esto es un cliché, pero oiga, es lo que pasó). Lista para inbuirse del mundillo de la Scene, conoció a muchos otros hackers, y se asociaría con algunos de cuando en cuando. Los grupos más conocidos de los que formó parte en esa época, que después llamaría su Época Azul, fueron: Cult of the Dead Cow, Hackweiser, YIPL/TAP, y alguno más. En esa época aún trataba de aprender lo que pensaba que necesitaría en su futura carrera profesional cien por cien legal. Pero después de su Época Azul vino la Verde y después la Roja; y aún una Negra. En estas dos últimas volvió a caer en una espiral de lo que podríamos tildar de amoralidad. Al final, enfadada con el mundo, empezó a hacerlo todo meramente por dinero. Durante ese periodo colaboró con los grupos TeaMp0isoN, TeslaTeam, OurMine, Mazafaka, y algunos más, todos ellos black hat.

Hasta que un día, el nombre de Beta empezó a sonar demasiado a menudo en el CNI y al final la atraparon. La pillaron haciendo pentesting, nada menos que, en la Casa de la Moneda. Más tarde diría que lo había hecho con la intención de revelar las posibles vulnerabilidades que hubiese encontrado y que no le dejaron. Solo que ya había encontrado un par de ellas y se las había apañado para entrar en uno de los servidores de las oficinas. Después, también es mala suerte, se dio el caso de que el router que, según ella conectaba el servidor de las oficinas con los ordenadores del sótano donde se hacían los diseños del billete de cinco euros, era chino y de una marca de la que poco antes —mira tú por donde— WikiLeaks había revelado una vulnerabilidad del tipo Zero-day. Eso le había permitido colarse en el router por SSH y crear un puente fantasma que le habría garantizado el paso hasta el turrón. «Jolín, si le dejas a una persona el equivalente de unas puertas de par en par, pues lo más seguro es que entre dentro» se defendía Beta. Cuando la verdad es que había estado en un tris de hacerse con los diseños que quería. Y para más inri, en su piso de Madrid habían encontrado una docena de impresoras 3D, todas y cada una ocupadas en la tarea de imprimir las piezas de lo que iba a ser ¡la impresora de billetes definitiva! Sorprendidos por ese singular hallazgo, miembros de la UCO registraron el piso de arriba a abajo y se hicieron con ni se sabe cuantas tarjetas de crédito clonadas y cincuenta mil euros en metálico. A pesar de que los discos duros estaban cifrados y no se pudo sacar más información que la que ya sabían, Beta no tenía escapatoria. Le dieron dos opciones: o entraba al servicio de su patria trabajando para el Centro Nacional de Inteligencia, o iba a la cárcel por los años que estipulara el juez; después de los cuales no podría volver a acercarse a un ordenador mientras viviera. Beta no tenía muy claro si las leyes de España podrían privarla de usar ordenadores, pero de cualquier modo la opción B no parecía demasiado halagüeña, así que aceptó trabajar en el CNI. Después de muchos debates, decidieron ponerla en operaciones. Una decisión de la que nunca se arrepintieron sus jefes ni sus nuevos compañeros de trabajo. Beta estaba un poco alicaída al principio, pensando que no volvería a hacer lo que le gustaba. Pero no había pasado ni una semana cuando comprendió que, en su nueva ocupación, no iba a hacer nada distinto de lo que hacía como hacker de black hat. De hecho era eso lo que hacía, ahora para los buenos. O eso esperaba ella.

Habían pasado dos buenos años desde que la aceptaran en el CNI. Así era como lo explicaba siempre a su madre y a sus amigos, y lo había repetido tantas veces que sus anteriores «trabajos» le parecían un sueño. Sí, ¿por qué no? Nadie tenía que saber que antes había sido una «delincuente». Al fin y al cabo, eso era lo que pensaba la gente cuando escuchaba la palabra hacker. Lo malo era que, cuándo le preguntaban qué hacía en el CNI, no podía decirlo. Todo el mundo sabía que hacía algo con ordenadores, pero nada más. Aunque pensándolo bien, su trabajo era confidencial. Era mejor así. En sus escasas citas siempre decía que trabajaba de relaciones públicas y tenía cuidado de no mencionar su lugar de trabajo. Aunque en alguna ocasión se le había escapado que trabajaba en el «triágono». Era verdad. El edificio principal del CNI tiene forma de hélice de tres palas y en comparación con el Pentágono de la CIA estadounidense, le llaman de manera familiar: el Triágono.

No hay comentarios:

Publicar un comentario