El
otro día después de comer, me senté un rato a ver la televisión,
estuve viendo un programa en el canal Discovery Channel que se llama
“Gold Rush” en España lo han traducido como “La fiebre del
Oro”.
En
el episodio que vi, contaba la experiencia de unos fulanos que se
habían trasladado desde el Klondike una región del Yukon al
noroeste de Canadá en donde andaban buscando oro, hasta La Guyana en
Sudamerica para tratar de buscar diamantes. Antes de montar la planta
de lavado (para buscar diamantes) en mitad de la jungla, estos
fulanos tenían que montar un largo mástil coronado por una antena
yagi en polarización vertical de la banda de VHF -supongo que con la
esperanza de pinchar algún repetidor- para estar comunicados con la
civilización. Durante el montaje de la antena uno de los vientos
fallo y el primer intento de montaje la antena se fue al traste, fue
ahí cuando me acorde de lo que nos paso a un colega y a mi con la
antena Klondike.
El
suceso aconteció una fría mañana del mes de enero de 1995, aquel
día se levanto gris, lluvioso y frío, un autentico “día de
perros”, mi colega Isidro con el indicativo local “Sendero
Luminoso” aunque todo el mundo en plan de “coña” le llamaba
por radio “Flecha Rota” y el que abajo suscribe con el indicativo
local “Pachorra”, nos encaminamos hacia un punto elevado sito en
el paraje de la denominada Sierra de Herencia en la provincia de
Ciudad Real.
Se
trataba de una activación de la la 30 MRV (Mike Romeo Victor), mi
colega ostentaba el 30MRV459 y yo el 30 MRV460. Cargamos el Talbot
Horizon con el equipo a emplear: una emisora President Linconl, un
Amplificador
Lineal a valvulas BV 131, una
antena vertical de base Tagra de 5/8 de onda sin radiales y una
fuente de alimentación Europa de 20 amperios, todo
ello iba a ser alimentado por un generador casero de gasolina
fabricado con el viejo motor de un
Vespino.
Nos
costo “Dios y ayuda” llegar al punto de transmisión, montamos la
tienda de campaña, y la antena. Estábamos montando una linea de
alimentación desde la batería del coche hasta la emisora
(transceptor para los más finos) ya que debido a la lluvia no íbamos
a poder hacer uso del generador y habíamos decido emitir con
los 12 watios de
la emisora en la
frecuencia de 27825Khz USB,
frecuencia de llamada de la MRV, cuando una brutal ráfaga de viento
hizo fallar uno de los viento cayendo
a tierra la antena, un porrazo de aúpa,
deformo la parte superior de la pobre Tagra y la partió
más o menos por su mitad.
-¡Cojones!
¡Hostia
puta! ¿Ahora que
hacemos?.Pregunto el bueno de “Flecha Rota”.
-Vete
al coche e inicia la activación con la Super
Jopix 3600 y la Santiago
1200. Por cierto ¿todavía tienes la vieja caña de pescar en el
coche, esa que es de bambu?. Le pregunte.
-Si,
por...
-Tu
vete y comienza la activación.
En
el mundillo Cebeista yo
era calificado como algo
“racano” o “tacaño” a la hora de montar equipos y antenas,
sobre todo antenas, siempre he tenido la casa llena de antenas de
hilo “Made Home”-construcción propia-. Así que me puse manos a
la obra decidido a montar una “antena de fortuna”. Comencé la
construcción de un dipolo flexible en polarización vertical, una
que me había pasado
cierto colega cubano a través de “Radio Packet” en la banda de
HF a la increíble velocidad de transmisión de 300 baudios/segundo.
Yo a esa antena la llamaba antena “Klondike” (en honor a la zona
rica en oro) y la tuve en base hasta que fue relevada por la famosa
“antena palo de escoba”-de la cual prometo hacer otro articulo-.
La
antena en si es bastante simple,
se construye utilizando únicamente el propio cable coaxial, el
primer tramo la componen maya y activo hasta la longitud de un cuarto
de onda, y el segundo tramo lo compone únicamente el activo hasta la
longitud de otro cuarto
de onda de la frecuencia
a emplear, la “madre
del cordero” se encuentra en su base ya que hay que construir un
“balun
de aire”, una bobina aprovechando el propio coaxial -para la banda
de once metros son cinco
vueltas de RG 58 sobre un diámetro de unos 15 cm-.
En
aquella ocasión utilice la caña de pescar unida al mástil mediante
bridas y cinta aislante para darle rigidez a la antena, y un rollo de
papel higiénico para construir la bobina, conseguí ajustar las
“estacionarias” entre 1,2 y 1,3 suficientes para efectuar una
trasmisión segura.
La
verdad es que la antena daba “grima” verla -lastima que en
aquella época yo no tuviera ningún móvil con cámara de fotos-
pero “pitar”, “pitaba de pila master”, algún que otro
contacto con Sudamérica -Argentina y Rep. Dominicana
fundamentalmente-, amigos de la Italia a “tuti plain”, y por la
tarde-noche infinidad de contactos locales.
Aquel
día acabamos con un cenicero lleno de colillas de Ducados y con el
cuaderno -Libro de Guardia- de la activación lleno con un “güevo”
de contactos.
Mi
colega Isidro -ya
saben Flecha Rota- y el
abajo firmante, acabamos
mojados y pasamos bastante frío, pero con el paso de los años sigo
opinando que valió la pena vivir la experiencia.
Ilustrando
el presente articulo les dejo el esquema del chisme de mi viejo cuaderno de
notas, por si alguien se animara a construir la antena.
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