Cuando
Crisostomo, “El Nenu”, llegó a la Plaza, la Consejera ya había
descubierto el monumento y sonaban las últimas notas del Himno
Nacional. Cristobal, el Alcalde, cuando vio aparecer al Nenu empezó a
ponerse nervioso, discretamente le hizo una seña a Bernardino, el
Policía Local, indicándole la presencia del Nenu.
Bernardino,
negó con la cabeza y se refugio entre la multitud que llenaba la
Plaza, ya bastante había tenido, una semana penando con el papelito
de los cojones, hasta que al fin cuando había reunido el valor
suficiente había roto el sobre y el papel estaba en blanco.
-Zeño
Bernardino a otra vez le escribiré algo, le había
dicho el Nenu.
Bernardino
pensó, que ya había tenido bastante con la experiencia, ahora cada
vez que veía al Nenu huía de él.
La
gente al ver a Crisostomo se fue apartando, hasta que el Nenu llego
hasta la Consejera.
-Zeñora
Consejera, man gustao mucho sus palabras.
-Muchas
gracias Caballero.
Al
Nenu le caía un hilo de babilla por la comisura del labio que
regularmente se limpiaba con la manga del sucio gabán que vestía.
Sin mediar más palabras cogió las manos de la Consejera y le dio un
pequeño sobre de papel.
-Zeñora
Consejera esto es un regalo para uste...
-Gracias
Caballero. Dijo metiéndose el sobre en uno de los bolsillos de su
caro abrigo de paño, pensando con desagrado que cuando volviera a
casa lo mandaría directamente a la lavandería.
Cristobal,
el Alcalde estaba pálido, y la gente murmuraba en voz baja.
-¡Nenu!,
ya esta bien, deja a la Consejera, que la mujer tendrá que asistir
al pincho.
Todos
volvieron la cara hacia el fulano que había dicho esas palabras, de
mediana edad, alto como un poste y delgado como una raya, Melquiades
era el único del pueblo que que llamaba a Crisostomo, Nenu a la
cara.
-Melquiades
no te enfades, yo na
más le he hecho un
regalo a la Zeñora
Consejera.
Dicho
esto, el Nenu se empezó a alejar de la comitiva.
La
Consejera no entendía nada, solamente veía muy preocupado al
Alcalde y escuchaba el murmullo de la gente.
-¿Y
usted es....?, pregunto la Consejera.
-Melquiades,
Señora, mi nombre es Melquiades.
-¿Y
el Caballero de antes?.....
-Crisostomo,
Señora, aquí todos le llaman el Nenu, pero excepto yo,
nadie se lo dice a la cara. Respondió Melquiades.
-¿El
tonto del pueblo?. Pregunto la Consejera.
-No
Señora, no, yo describiría al
Nenu como un espíritu libre dotado con un Don.
-¿Un
Don?. Pregunto la Consejera.
-Si
Señora un Don, el Nenu es capaz de ver el futuro.
La
Consejera miró interrogante y
divertida hacia el
Alcalde, el cual se había
empezado a aflojar la corbata. Melquiades
por su parte prendió un pitillo.
-Vaya,
Cristóbal, le podríamos haber preguntado al Caballero si ganaríamos
las próximas elecciones. Dijo la Consejera.
El
Alcalde tragó saliva, su cara se había vuelto tremendamente pálida.
-No
Señora Consejera. Respondió Melquiades. El Nenu no hace ese tipo de
predicciones, él no sabe si su partido político ganará las
próximas elecciones, ni que número saldrá premiado en la lotería
de Navidad, no, su especialidad es otra, el ve la fecha exacta de la
muerte de la persona con la que habla, la escribe en un papelito, lo
mete en un sobre y hace su regalo, y le puedo asegurar Señora
Consejera que el Nenu nunca falla. Dijo Melquiades mientras le
enseñaba su propio sobre a la Señora Consejera.
P.D.
Este es a grandes rasgos el sueño que he tenido durante una noche de
fiebre debida a la gripe, comprenderán ustedes que los nombres de
los personajes están cambiados, y
que todo parecido con la realidad es pura coincidencia, o no???.
Si le echo dineros a la tarjeta, mañana me lo compro.
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