martes, 19 de noviembre de 2013

Relato: Del encuentro del nieto la Filomena y los que tuvieron pleito con los molineros.


Con el azadón tapando de la reguera a los tablares y eras estaba el mozo nieto de la Filomena en la huerta desde la amanecida. De compaña solo había la mula “Carbonera” que a paso lento y en
vueltas de la noria dando vueltas estaba. La Filomena, y la Isabel, su madre, bajaronse a la villa temprano con los productos de la huerta camino del pueblo para llegarse a la Plaza del Mercao,
donde la posada legal estaba, para poner a vista las hortalizas y verdes para su venta. Día si, y otro también casi, ponían el puesto con la fresca, aunque sus noches en la casilla de la Isabel pasaban en quintería. El carro les valía en el transporte enganchando la otra mula, y en esos despacios se llegaban a los sitios a sus horas convenidas
Entre matas de tomate y verduras mirando cómo se llegaba el agua de la reguera cuando a lo lejos divisó dos figuras de dos hombres en sus monturas. Mulas eran visto desde lo lejos. Se acercaban por el camino Los Marotos, que desviaba del de Villacañas a la altura del palomar de la tía Pilar de “Cuatrojos”.
No le resulto de extrañeza, este camino tenía mucho paso de carros en idas y venidas, de arrieros, de gañanes, de mulas en riata y gentes de pasar todos los días. De este paso a poco quedaba la casilla, y de normal era el saludo desde largo, y otros de a más cerca si se llegaban a que bebieran agua las mulas del pilón junto a la casa.
Conocioles bastante antes de llegarse a donde el chico se estaba, las dos caras de los hombres le eran conocidas, de vista y de cosas oídas.
Estas últimas casi mas por desventuras que por dichas. Aunque a la postre, las mismas, no fueran malas del todo.Se acercaban los hombres por el camino a la llegada del carril de entrar a la huerta, lleno de arboles de fruta de distintas clases.
Levantó el brazo el chico como señal de confianza viendo acercárseles hasta que casi al pie se bajaron de sus mulas.
-Bienvenida esta gente paz a la casilla de la Filomena-, habló el muchacho. Y si en algo he de ser de ayuda, digan, que desde agua fresca para las mulas y alguna fruta puedo ofrecerles si en ello
precisan.
-Adiós, muchacho-, contesto uno de los dos que venían en saludo de llegarse a encuentro. Era Alonso Hernández, que por compañía iba de Ruy Mambarrejón.
-Gracias a la tuya hospitalidad damos, muchacho. No llevamos así mismo mucha prisa aunque debemos llegar un poco a lo largo, pero como al paso quedamos, dejaremos que beban las mulas y
estiramos las piernas con unos pasos.
-Pues avénganse al poyete de la casilla mientras un melón de agua abrimos, por lo menos. De paso, doy descanso a la mula que de algún venirle bien será. Bastantes días de quintería y sin bajar al
pueblo me llevo, y veo que se llegan por Los Marotos. No es de mi incumbencia saber adónde van sus pasos, si acaso ustedes dirán.
- No llevamos ningún trajín-, dijo Ruy Mambarrejón. Acercarnos vamos a lo más atrás del Caz de la laguna Grande y sin pasar a la frontera de Quero. Adonde el Ciguela hace vuelta y el agua entra.
Es ver la situación, que entre unos y otros, de Justicia propia y de otros Tribunales a mal traer nos tienen. Y tuvieron. Más a lacalma se está últimamente y pareciere que las corrientes de las
aguas ya más placadas vienen.
- De eso se y oído. Al por cierto. No me llego a saber si el tío Nieves, al que recado le di para usted llegó a tiempo.
-Ah, ya se. Si, tuvimos encuentro en el otro día anocheciendo cruzándonos por la calle Tesorero. Y bien que me contó de las cosas tuyas que tienes en pensamiento. De llegarnos para casquera con
otros donde el mesón de La Chela. Según se explicó me pareció bien el encuentro. Y de no haber ningún surge allí estaremos, que no es mala cosa participar y aprender oyendo. De saber, también, que de fe y costumbres sois por tu familia y de otros menesteres de escritura que os traéis mozas y mozos en la casa del Hondillo.
-Eso me da alegría y contento, de saber de su gusto en ello-. Dejó caer el muchacho al oír hablar de tal manera a Ruy Mambarrejón.
Mientras se limpiaba la boca con el mangote por causa del melón de agua que estaba aguanoso, Alonso Hernández, comentaba que el camino de ir a los Marotos se encontraba bien para andarlo seguido.
No tanto del camino el Riato, que llegando por los Cocotes agua había en abundancia, tal como la naturaleza dice de esta zona debe haber, siendo agua de la Dehesa Boyal que hasta a esas zonas
se llega. Y que de oído tiene entendido que dicen que quieren formar malecón y sejar el agua, incluso arar el Riansares que de natural cauce se viene hacia la Villa Franca. Gustos que de muchos del pueblo no son, que a la naturaleza sabia espacio se le ha de dejar,supuesto de siempre así ha sido. Que no está de mal aprovechar los pastos, juncos y carrizos en un común de todos y no por gusto de solo unos pocos cambiar las cosas, que de antiguo han sido, en propios y
únicos beneficios.
Mientras en el poyete se estaban los dos hombres de paso con el melón entre las manos y navaja cortando, el mozo Camuñas se hacía preguntas dentro de sí por causa de ellos. De verdaicas que
cuestiones le tenían en vilo y de ganas de interesarse. No sabiendo muy bien como atinar sin dar pie a molestia se atrevió a decir de forma volandera:
- En la plazuela de las Cuatro Esquinas hablaban vecinos de ustedes los otros tiempos de invierno haciendo plaita durante los temporales. De pasar cerca y de oir que dijeron de sus vidas muy
semejantes eran a la vida del afilador por causa de pleitos y de las justicias forasteras. De hablar en alto lamentaban que estas a sí mismas se daban razón en causas que debieran ser justas, más a
ustedes a un mal retrotero les han traído durante muchos tiempo, años seguidos casi, y sin avenirse a lo de la venda de la justicia ciega.
-Chico, hombres somos ya algo lanteros-, habló Ruy Mambarrejón mirando a su compañero Alonso Hernández. De costumbre ya tenemos de soportar injusticias que desamparan esta villa. Y cierto
es de lo que en mas o en menos hablaran los vecinos por aquella plazuela de las Cuatro Esquinas. De resumir, en claro, digo.Remedio solo hubo de irnos al Ciguela río, por donde comienza el caz
de la laguna, que hubiendo enfrente y al otro lado molino harinero forastero que pensábamos amigo, de su ocurrencia fue en principio cortar el agua del propio rio dejándonos a espeje tanto el canal como también la Dehesa de común de todos, con tal de echarse toda el agua a su molino propio, sin preguntar acuerdos ni a otra casa de justicia. De aquel día de llegarnos al sitio, visto lo visto, no hubo más remedio que con otros vecinos deshacer lo que el molinero aquel, el de Esteban Fernández, hizo. Destapamos toda la tierra y mucha que en forma de reguera grande desviaba la corriente a favor suyo.
De esas raíces nos llevaron a pleito. Y que sepas, la casa de justicia era la propia de ellos. Cárcel y dineros pidieron mucho a nuestra contra, y de por sí, a esta nuestra villa. La explicación es un poco a la ligera, que sin tener prisa llevamos, de acudir a aquellos lugares de nuevo vamos. Si encuentro tenemos en el mesón de La Chela, en Pozo Palacios o por el malecón si se tercia hablaremos en despacio de estas historias que en desventuras fueron nuestras. A tu mula puedes poner a seguir de riego y andar en las faenas de tu huerta esta, nosotros agradecidos partimos saciadas las mulas del pilón de agua, con las gracias del melón de agua y las frutas tan cordialmente ofrecidas.

En ello, pues, nos quedamos. Al final del mes natural para hablar en parlamento de esas escrituras que dices, con cena puesta y en mesa con los otros algunos. No ha de ser preocupación de espera, que a la hora convenida, de anocher dicho, estaremos sin falta.


Por Domingo Camuñas

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