Leo en el diario Público
el articulo titulado Estuvimos
horas pidiendo insulina y nadie nos hizo caso publicado el pasado
28 de marzo de 2014, firmado por Luis Gimenez San Miguel, en donde se
narra la desgarradora odisea de una chica detenida tras los
disturbios del 22-M.
Esta chica anónima, para
evitar posibles represalias, nos cuenta como cuando se dirigía
tranquilamente a su casa en compañía de un amigo, vio a unos
chavales corriendo perseguidos por la policía, ella también se
asusto y salio corriendo, cosa normal, yo mismo cuando veo a un
Policía o a un Guardia salgo corriendo es tanto el pánico
institucional que tengo, que incluso una vez vi al Cartero de Correos
vestido con su chaquetón amarillo, me entro el pánico y salí
corriendo, así que entiendo perfectamente a esta chica.
Continua esta muchacha su
estremecedor relato, es injustamente detenida y cuando los
malvados Policías, le preguntan si lleva algo en los bolsillos ella
dice que no, aunque en realidad llevaba el móvil con el que pudo
comunicar a sus amigos que estaba detenida, los Policías a la par de
malvados debían de ser algo crédulos e incompetentes, mira si en
vez de un móvil llega a llevar una pistola, un cuchillo o una
granada de fragmentación, se lía parda, por lo que tengo entendido
a las personas detenidas se les retira todo tipo de objetos al objeto
(sirva la redundancia), de proteger a terceros y al propio detenido.
En fin, sigue el relato,
y nos cuenta que a uno de los chico le habían pegado tanto que en
Comisaria llego a mear sangre a si que lo llevaron al hospital, de
nuevo en la Comisaria lo llevaron a un ascensor y le agarraron del
cuello y le volvieron a pegar, llevándoselo de nuevo al hospital ya
que le dolía el pecho, (no el cuello, por donde le agarraron) aquí
paro de nuevo la narración, ¡joder! el servicio de urgencias en
Madrid debe de funcionar de la Ostia, aquí en Castilla La Mancha vas
a urgencias y te puede dar la pena negra esperando, mientras que ha
este chico, víctima inocente de este sistema represor, lo traen y lo
llevan como el que va a la feria.
Pero volvamos de nuevo al
relato de nuestra heroína (¡ojo! no confundir con la que se pincha
o se fuma), cuando le preguntan si designa abogado, ella requiere la
presencia del equipo jurídico del 22-M, me rasco la cabeza y me
pienso: pero vamos a ver este muchacha no ha dicho que no tenia nada
que ver con este baile, que se iba a su casa, ¿como es que solicita
a los abogados del 22-M?, no se, no se, demos al caso el beneficio de
la duda, tal vez los nervios....
Es en este momento,
cuando viene la parte más estremecedora del relato, los malvados
policías le amenazan, ojo he dicho la amenazan con facilitarle u
abogado de oficio, ¡Ostias Pedrín! son malos, malos malos, ¿quien
de ustedes no sabe la función del abogado de oficio en una
detención?, ¿no es para garantizar los derechos civiles y defender
la inocencia del detenido?, ¡no!, en Madrid al parecer los abogados
de oficio cumplen otra siniestra labor, tan siniestra que la Policía
amenaza con llamarlos, ¡que viene el lobo!.
Nuestra protagonista muy
perspicaz ella, solicito la presencia de un abogado concreto del
equipo del 22-M, no de todo el equipo, al parecer todos los
detenidos (21) solicitaron el mismo, este hombre aparte de hacerse
de oro (la designación es de pago, mientras que el que de oficio es
gratuito) debido de tener un trabajo de la ostia en cuanto
asistencias jurídicas aquella noche.
Luego sigue con su
relato, explicando como aun muchacho que se quejaba le apretaron
tanto los grilletes que sus manos pasaron del color amarillo
(llevaría cierto tiempo sin lavarse las manos o tal vez fuera oriental) a morado, otra chica
diabética solicitaba su inyección de insulina, y estos sádicos no
se la proporcionaban, en otro momento del relato nuestro héroes
utilizando bolitas papel higiénico mojado intentan tapar el objetivo
de una indiscreta cámara de seguridad, desatando la furia de los
Agentes, y como los tuvieron ¡35 horas!, si han leído bien, 35
horas sin poder ir al baño, ni beber agua, pero vamos a ver, alma de
cántaro no dices también que en las celdas había baño, y papel
higiénico y agua para humedecer el papel higiénico y hacer las
chorrada de las bolitas ¡joder! pues bebe y mea, y no intentes batir
un récord Guiness, en fin como ven una autentica odisea, los
calabozos de esa Comisaria, poco tienen que envidiar a los siniestros
sótanos de la Santa Inquisición, , me pregunto si el Comisario de
la misma se apellidara Torquemada.
Termino inquieto de leer
el articulo y me pregunto: ¿que seria del chico que acompañaba a
nuestra protagonista?, ¿desapareció?, ¿lo abdujeron los extraterrestres?, ¿llego a su casa?, y entonces caigo, ¿Público?, ¡Público!,
pero si este es el diario al que Federico Jiménez Losantos llama
Pumby, bueno ahora se por que, me quedo más tranquilo.
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