viernes, 13 de septiembre de 2013

Relato: El Appeliano.


Se incorporo en la cama y miro su radio despertador, eran las 03:00 de la madrugada, no podía dormir, se encontraba demasiado triste para eso, había estado llorando en su habitación, desde la que vio la última Keynote a través de Internet, el hecho de que no hubieran dado la Keynote en Streaming a través de Appol TV, era ya una premonición.
Se debe tratar de una prueba, pensó, pero volvió a recordar el temblor en la voz de su querido podcaster, cuando con gran pesar y acompañado de un coro de grillos nocturnos, menciono, si menciono la palabra decepción, eso llegaba casi a la herejía.
Estaba desconsolado, el Dios de Appol, les había abandonado, los peores presagios estaban cumplidos, su mundo se desintegraba, recordaba la visión del Appol 5C, con su carcasa de plástico, ¡de plástico!, como si un demonio chino venido del este se tratara, y esos colores, negros y pasteles en fosforito, hay si Steve, levantara su cabeza.
Encendió su Ibad, nada su podcasters favorita, seguía sin dar señales de vida, no había grabado nada, que bien le vendría ahora oír unas palabras de consuelo y apoyo.
Pensó que tal vez, se tratara por una especie de castigo por un pecado cometido contra el Dios Appol, se esforzó en recordar, si por alguna omisión en su comportamiento hubiera cometido alguna falta, el nunca tocaba un dispositivo Samsung, ni miraba siquiera un demonio chino, en cuanto a ordenadores, hacía tiempo, que ni siquiera osaba pensar en otros dispositivos que no llevaran su adorado logo, pensó, en la repugnancia que sentía ante un ordenador con Windows,al que algunos hermanos llamaban nido de virus, o recordó la vez en que sin querer vio un ordenador con Linux, ese día no pudo reprimir las arcadas y tuvo que correr al servicio donde irremediablemente vomito, no podía soportar esa idea de libertad, ¿quien en su sano juicio, querría la responsabilidad de tomar sus propias decisiones?,¿quien?, eso era cosa de impíos, esos que llamaban Hackers con sus pintas extrañas y sus costumbres más extrañas aún, estos individuos se preocupaban y sentían inquietudes sobre el funcionamiento de sus dispositivos, de esas cosas ya se encargaba el Dios Appol.
El cansancio le hizo dormir, tuvo extrañas pesadillas, sobre una manzana gigante que le perseguía y trataba de aplastarle, mientras veía entre brumas un extraño robot de color verde que se reía de él con su risa metálica.
Despertó temprano bañado en sudor, se ducho y cabizbajo se preparo el desayuno, una tristeza infinita le invadía, se sentó en la mesa y volvió a encender su Ibad, vaya su podcasters favorito había vuelto a grabar, sin apenas esperanzas se dispuso a desayunar y escucho la grabación.
No cabía en si de gozo, el sol había vuelto a salir en su mundo iluminando un nuevo día, el Dios Appol, no le había abandonado, todo había sido un mal entendido, una falta de reflexión sobre las noticias recibidas, su podcasters favorito le había informado de esas cosas, no se perdonaría nunca su falta de fe, en esos momentos tan tristes.
El Appol 5C no tenía la carcasa de plástico, era ¡policarbonato!, si policarbonato, pero no uno cualquiera, no, uno especialmente creado por el Dios Appol, se decía incluso que tenía propiedades mágicas, y en cuanto a los colores, series limitadas con el propósito de atraer nuevos hermanos a la fe del Dios Appol, con el tiempo estos dispositivos después de cumplir su función evangelizadora, sería expuestos en la Appol Stores como objetos de culto.
Postrado ante el cuadro de Steve, con lágrimas en los ojos debido a la inmensa alegría que sentía daba gracias al Dios Appol, mientras entre dientes murmuraba la letanía, que el maestro en su día le enseño, We can, We can...(Nosotros podemos, Nosotros podemos...)
Nuevamente era inmensamente dichoso, volvía a pertenecer a la Elite.

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