Allí,
en el comedor grande de dentro, se hallaban todos los
que Cazuela,
el nieto de la Filomena, había enviado
recado para que se
estuvieran, y tener reunión sobre
escritura. Más algún otro, que
metiose como de pasar por
medio.
-¿Dónde
me siento?-, preguntó Don Frasco, el maestro de
primeras letras.
-Doce
sillas son dispuestas al lado de la mesa-, contestó La
Chela-. Una
de ellas, cualquiera, dispuesta está a
aplanar sus posaderas.
Libres son todos para ubicarse en
donde parezca. Eso sí, dejad un
puesto a Cazuela, que al
cabo, de por él nos cenaremos en este
anochecido.-La gentileza de varón con una dama, aunque no sea
caballero, ha de ser que tú, Chela, os sentéis primero-.
Manifestó
Alonso Hernández, compañero de andanzas y
aventuras de Ruy
Mambarrejón, desde lo pasado con el río,
los pleitos y la cárcel.
-Eso-.
Apostilló Catarino, el ayudante de Miguel
Cervantes, que varios
vinos había tomado antes de entrar
a cenar, con Frei Alfonso, y el
Alguacil.
-
Preocupación no han de tener ustedes en esto, que sola sé
dónde y
cómo
he de sentarme-. Explicó La Chela,
sentándose en un pico de
la mesa, junto al nieto de la
Filomena. Quedándose, al otro lado,
frente a ella Ruy, y
los otros de seguido en los lados de la mesa,
excepto Miguel
Cervantes que consideró sentarse en el sitio opuesto
de
Cazuela.
Sobre
la mesa, las criadas y ayudantas de la mesonera
habían dispuesto
tres cazuelas llenas de breve de tenca,
cuatro jarras de vino tinto,
doce vasos, tenedores y
cuchillos, dos bandejas de barro con lechuga
y hortalizas,
llevadas por el mozo de la huerta, con aderezo de sal
y
aceite que había elaborado la tía Vitorina, y varios panesde
kilo y cuarto, que de paso llevase Cazuela de la
tahona.
Presuroso
levantose Frei Alfonso, que sin mediar más
palabra oró
cristianamente:
-
Benedic, Domine, nos et haec tua dona quae de tua
largitate sumus
sumpturi. Per Christum Dominum
nostrum. Amen.
A
lo que, por no saber latín los de la villa, se respondió:
-
Ad cenam vitae aeternae perducat nos, Rex aeternae
gloriae.
-Amen-.
Contestaron todos, que esto si se lo sabían-.
-¿Qué
ha dicho?-. Preguntó Evaristo a Miguel Cervantes
por lo bajo-.
-Bendícenos,
Señor, y bendice estos dones con los cuales
seremos alimentados por
tu largueza. Que el Rey de la
eterna gloria nos conduzca a la cena
de la vida eterna-.
Respondió
al guitarrista-.
-Siendo
así, Jesús por mi lado-.Replicó Evaristo. Unos se comenzaron a
coger rebanadas de pan y tajadas de
tenca. Otros a tomar las jarras
de vino y llenarse el vaso
propio.
De
la poca casquera que se oía en el inicio de cenar, La
Chela
consultó a los comensales cómo andaba de sal el
guiso. A lo cual,
los presentes asintieron con la cabeza sin
soltar bocado. Solamente
Miguel Cervantes respondió:
-Mano
equilibrada atesora la guisandera, qué sabroso es
este plato. En
muchos sitios he llenado la andorga, más
nunca sabor igual he
encontrado. Cumplimente Chela a
las mujeres de la cocina en lo a mi
tocante.
Ensanchose
con humildad la mesonera de oír las palabras
del ilustre escritor,
hablándole de dar su parte a las
ayudantas, mencionando a la tía
Vitorina, y alabando
su experiencia en el arte de cocinar. De ser
tal, que en todas
las bodas de la villa era reclamada.
Vaciándose
iban las cazuelas a chico paso, mientras que
las jarras de vino se
iban quedando a espeje.
Al
tanto se estaban Evaristo y Casimiro riéndose de propias
andanzas
de por los pueblos a los que a tocar habían ido, el
Alguacil se las
parlaba con el maestro, Catarino y Frei
Alfonso. Y a los otros, Ruy
Mambarrejón, AlonsoHernandez, Cazuela y La Chela, se las
parlamentaban
sobre
el Ciguela.
Entre
mientras de las conversaciones, Miguel Cervantes,
interrogó sobre
la procedencia del vino y el guiso de la cena.
-Muchos
años ha de la salida de mi pueblo natal,
Alcazar, mas no recuerdo
este plato de tan buen gusto
creado. Y del vino, muchos he probado,
que de mi parecer
bueno es, saboreando que es recio. ¿Es criado en
esta villa o
es traído de otro lugar de La Mancha?
-El
plato concebido es con pez de tenca-, contestó Frei
Alfonso-, de
las que se crían muchas y grandes en las
lagunas de este concejo.
Mi criada en algunos días de
precepto me prepara al saber que es de
mi gusto. En cada
casa tienen su mano para la salsa y aderezo, y a
Dios que
el de esta noche exquisito nos resulta. Mas del vino, no se
la
procedencia.
-De
los toneles de la bodega del tío Valdepeñas están
sacados-.
Afirmó La Chela-, que al comprarle cantidad, a
buen precio me
resulta.
-¡Brindemos
pues, por este vino, y por Cazuela, que de su
gusto ha sido el que
participemos esta noche en la misma
mesa!-. Invitó Miguel
Cervantes.-Salud-. Dijeron todos.
-Per
Christum, Dominum nostrum-. Ofreció Frei Alfonso.
Avanzada
estaba la cena entre conversaciones, risas, y
coloquios de unos y
otros. El nieto de la Filomena que
hasta la presente no había
querido interrumpir el seguido
yantar de los que a la mesa se
estaban, hablaba con Ruy
y con la mesonera. Algún planteamiento ya
les había
hecho, y se esperaba a que las criadas del mesón
retiraran
algunos trastos y bandejas del tablero.
En
esa disposición se estuvo la mujer del mesón, llamando
a las
ayudantas, que de presto acudieron a recoger, la
Ramira, Reparada,
Romualda, y Rudesinda.
Habiéndose
ya más hueco y comodidad de espacio, Cazuela
tintineó un vaso con
el cuchillo, buscando la atención de
los presentes.
-Ea,
mozo, di, que en vilo nos tienes desde que hablaste al
tío Nieves
de que nos estuviéramos aquí para hablar sobre
escritura-. Demandó
el maestro de primeras letras-.
Sentado,
el nieto de la Filomena agradeció la presencia de
los que había y
continuó la plática:-Verán ustedes, muchas son las horas diarias
que me
encuentro en la huerta, unas aplicado en los trabajos, y
otras muchas viendo como el sol sale por un sitio y se pone
por el
contrario. De por eso es que en entretenerme pienso.
Mis letras
alcanzan hasta donde la tía Valentina me
instruyó
y leído tengo algunos libros de los que el Alguacil
me deja ver en
la Casa del Concejo, y de otros que este
mesón tiene esta mujer que
esta noche nos da hospitalidad.
Días atrás, mi poco juicio se las
compuso para que mi
fantasía tuviera atrevimiento. De resumir, que
la ilusión
es
ponerme a una mesa y redactar aconteceres de nuestra
villa. Notables
y queridas personas se están aquí en esta
noche, a los que
respetuosamente pedir que su permiso
dieran para nómbralos en los
renglones que escriba,
interrogándoles también sobre el parecer de
este anhelo mío.
-Osado
es el intento-. Habló Don Frasco, el maestro-. Saber
tienes que
para componer un libro se ha de tener muchas
luces y estudio.
Maestro soy, y estudios tengo, mas todavía
no ha sido ese mi
atrevimiento. Si mi opinión demandas,
obligado estoy a decir que
procures abandonar ese empeño.
A
lo que Evaristo contestó:-Si su gusto es, yo no veo impedimento.
Acordes básicos se de
mi guitarra, y a las casas y pueblos llevo
cantares sin
disgusto de la concurrencia.
-Por
nuestro Cristo de la Santa Vera Cruz, no se interprete
mal mi
pensamiento, más digo: no ha muchos días, casi
entrándome a la
Ermita, sentado andabas dibujando.
¿Acaso la ventura es que
dedicarte a la escritura quieres
darte también?. Uno de tus dibujos
vi, plasmada la
Ermita, y de sujetarme tuve para no mudar tu ánimo.
Dicho
te dije, que para pintar, en buenos maestros se había
primero de
aprender. No ocurriera que a ti también te diera
por pintar con
frescos propios de coliseo el interior de donde se
halla nuestro
Señor, como aquellos que lo hicieron para
mi disgusto tan grande.
-Si
el entretén de Cazuela es estarse aplicado en dibujar y
darse a la
escritura, bien está su determinación-. Habló
Alonso Hernández-.
-Nos,
de pocas letra soy-. Participó la mesonera-. Y poco he
de
mencionar. Mas habiéndose entre nosotros Miguel
Cervantes, el mismo
podría manifestarse de esta cuestión.-De por mí, licencia tienes
para nombrarme en lo que
escribas-. Aprobó Ruy Mambarrejón-.
Disgusto no me
causas, si no contento.
Miguel
Cervantes que escuchando a los demás se estaba,
abrió boca para
participar en la polémica.
-Lantero
voy siendo, y recuerdo todavía del encuentro con
las letras en la
comunidad de Santa Catalina en Alcalá,
y de mis seis años fijabame
ya en la picaresca. Soldado de
mil aventuras he sido, con dichas e
infortunios, la libertad
y la cárcel he conocido por los caminos
recorridos. Dura
vida,
como todos, al fin. Y todo enseña. Escribir de lo sufrido
y gozado
esquiva la desesperanza, estimula el alma y
aligera la imaginación,
donde sus dominios te llevan a los
lugares nunca soñados. Escribir,
al hombre vuelve
tolerante y paciente con los unos y con otros.
Conocerse a
uno
mismo impulsa. A reírse de todo, y primero de uno
mismo sitúa.
De
ver a Cazuela de otras estancias de paso por la Villa
Franca en este
mesón tengo recuerdo, mas palabras directas
nos dijimos el otro día
en la plaza del mercado estándonos
comprando en el puesto de la
hortelana. Hablome de la
esta noche en cena y reunión, y curiosidad
tenia de ver sus intenciones e interés por las letras escritas, que
según veo,
relatar de esta villa es su deseo.
De
seguir camino hasta Andalucía es mañana, desde
donde a la vuelta
de tres meses he de pasar por esta casa y
llegarme a Toledo. En esos
días, si el progreso de tu escritura
es perseverado, alegrarme
sería que copia me dejaras de lo
llevado escrito.
Soy
yo, con humildad dicho, famoso y conocido por mis
libros escritos, y
aún así la vida he de buscarme. A no por
ello se ha de privar a
quien guste de practicar cualquier
arte, ni a gozar si con ello lo
disfruta. Atrayente es la idea
del muchacho, que sin ayuda de
maestros, deseos tiene en
adentrarse
en la experiencia de la pluma.
Viendo
el mozo que algunas jarras no daban más de sí,
pidió a la
mesonera encargara rellenarlas.
-Razonamiento
no le usurparé, Don Miguel.- Entró de
nuevo a debate Frei
Alfonso-. Más de ponerse a una cosa,
sin saber, poco o nada se ha
de esperar.- Señor Prior-, participó La Chela-, tomada la tiene
con
el mozo.
-Razones
le acompañan-, dijo Don
Frasco-. ¡Qué
atrevimiento más grande!
¡Y mas siendo un estudiante y
dos licenciados por Salamanca nacidos
y vecinos nuestros!.
-Si
eruditos son y de lo propio no les interesa, poca
disposición
tienen a esta villa-. Señaló Evaristo-.
-De
mis trece no me salgo-. Observó el maestro-.
-¡Atender
la que le ha entrado!-. Exclamó Casimiro-.
-¡Maestro,
al grulle suelta usted las palabras!-. Achacó
Evaristo-.
-¡Tente,
Evaristo!-. Se defendió Don Frasco-.
-Si
tente, estoy.-Contestó-, mas si fuese tan supío, afanese
en
escribir de la villa y al muchacho deje de gruñir.
Llegose
al salón donde la cena Ana, la de la tienda de
telas, a espachar
tres jarras llenas de vino a la solicitud de
La Chela. Algún que
otro concurrente se estaba ya
templado por motivo del vino. Alonso
Hernández y Frei
Alfonso entretenidos se hallaban entre comentarios
yreplicas entre ellos. El Alguacil y Catarino, el ayudante
de Miguel
Cervantes, colmaban los propios vasos de caldo
tinto.
Evaristo y Casimiro aludían a estrofas y arpegios de
un cante de
Tomelloso. Miguel, en esto, levantose y
aproximó al otro lado de la
mesa en donde sentados estaban
La Chela, Cazuela y Ruy Mambarrejón.
Dispuso su
mano en el hombro del nieto de la Filomena, al tiempo
que
preguntaba:
-¿Y
de ultimar tus escritos de los aconteceres de la Villa
Franca, ¿a
qué propósito te tienes de hacer con ellos?.
-
Si entre la faltriquera de mi abuela y el reten de mi
bolsilla
alcanzara, estampar lo escrito y dibujado en libro
cosido empeño
tengo-. Respondió Cazuela-.
Oyéndolo,
Frei Alfonso, quiso poner una comilla.
-¡Calentura
te ha entrado en los sesos! ¿No te es sobrado
con entretenerte en
la escritura, que a mas, divulgarlo
quieres?.
-Mi
ambición no es ser reconocido, si no ayudarme a saber
quién soy yo
mismo-. Alegó Cazuela-.
-Honesta
es tu proposición-. Dijo Miguel Cervantes-.
Elogiando
el propósito del mozo. Don Frasco D ́Avellana habiendo vaciado el
último vaso
servido,
solicitó a la moza Ana rellenar hasta el borde el
mismo.
Prontamente la joven acercóse al maestro en su
requisitoria, le
colmó la copa, de tal modo que al
inclinarse la casualidad dio de
rozar con sus pechos el
hombro del maestro. Osadía de inmediato
causó en el de las
primeras
letras, llevando su mano a las nalgas de la que
el
vino de la jarra le dispuso. Sin terciar verbo alguno, la
moza
regaló tal mojicón en la jeta del maestro que en todo
el comedor
se oyó el tabanazo.
-¡Tardo
es este maestro! ¡¿A qué albedrio se las procura con
esa
bizarría?!-. Dijo la mesonera con enojo-.
Miguel
Cervantes distanció a la moza del de la mano
larga, notando que Ana
pretendía duplicar la bofetada a
palma abierta y dedos juntos.
-Moderación
hallemos
caballeros,
y
tranquilidad
tengamos-. Demandó el tío
Nieves-. Si echar la espuela
con el vino no domina, mejor que
bebiera agua de los Pozos
de Navarro. Si mareada la cabeza tiene,
pilón de agua
llena en el patio se encuentra.- Dignáre, Dómine,
die isto sine peccáto nos custodíre-.
Suplicó el Prior en esta
circunstancia-.
No hay comentarios:
Publicar un comentario