Hoy haciendo limpieza en
el trastero de mi casa la he vuelto a ver, es una simple cinta de
cassette de la marca TDK, con una duración de 90 minutos, ya saben
45 minutos por cara, de la que solamente esta grabada la cara A ,
metida en su caja de plástico, luce después de veinte años una
considerable capa de polvo.
Bajo esta inocente
apariencia, su negra carcasa de plástico, guarda en su interior, una
de las más inquietantes interrogantes que he tenido en mi vida.
El caso es que cierta
noche de agosto de 1989, junto con mi amigo Manolo, saltamos la valla
del cementerio de una población segoviana abandonada, el cementerio
abandonado al igual que el resto del pueblo mostraba tumbas y
panteones de principios del siglo XX y finales del siglo XIX, con
mucha vegetación silvestre entre las tumbas debido a su falta de
mantenimiento.
Las cruces, vírgenes y
ángeles custodios que exhibían las tumbas mostraban bajo la luz de
las linternas una patina verdosa, debida al tiempo transcurrido y la
humedad.
Con el debido respeto al
lugar, colocamos un cassette grabador de la marca SONY de mi amigo
Manolo, alimentado con pilas, con una cinta TDK de 90 minutos,
debajo del alero de un panteón, que se encontraba cercano al sendero
central de cementerio, al objeto de proteger el aparato de una
posible lluvia, ya que cuando nos dirigíamos al lugar habíamos
visto varios relámpagos de una tormenta lejana, lo que daba al
lugar un aspecto aún más siniestro, si cabe.
Por entonces
desconocíamos, que para realizar una grabación psicofónica fiable
el dispositivo grabador debía estar protegido dentro de una caja de
Faraday, para evitar grabaciones del índole radiofónico, ya que
según los expertos sin esta protección se podrían grabar voces o
sonidos procedentes de emisiones radiales en AM, bueno eso tal vez.
Como teníamos 45 minutos
de margen, activamos la grabación y abandonamos el lugar, eso sería
sobre las 23:30 horas de la noche, nos dirigimos a una localidad
cercana, donde estuvimos cenando y de tertulia con otros amigos y
conocidos, así que entre pitos y flautas nos dieron casi las 03:00
horas de la madrugada, por suerte esa noche no hubo tormenta, ni
llovió en la zona.
Con el cielo totalmente
despejado y con una luna casi llena volvimos al lugar acompañados de
dos amigas con las que habíamos estado cenando.
Yo creo que fue la luna,
el caso es que Manolo, al llegar de nuevo a la valla del cementerio,
me dijo:
- ¿Sabes que?, que le
den por culo al radio-cassette, yo no vuelvo a entrar ahí ni loco.
-¡No jodas!, tu
tranquilo, que recupero el cassette y nos marchamos, conteste yo
Las chicas estaban
asustadas y ha Manolo se veía nervioso, me pidieron que me diera
prisa, ya que todos se querían marchar del lugar.
Salte la valla, había un
silencio sepulcral, nunca mejor dicho, todo estaba bañado por la luz
de la luna que daba al sitio un aspecto como de encontrarme en otro
mundo, ni siquiera necesite la linterna, las Vírgenes, Cruces y
Ángeles custodios de las tumbas proyectaban en el suelo sombras
espectrales.
Con más miedo que
vergüenza, localice el aparato el botón de grabación había
saltado, lo cogí, y entonces se levanto una ligera brisa, que
movió parte de la vegetación cercana, sentí entonces un profundo
sentimiento de tristeza y soledad, y de golpe como por encanto, el
sentimiento de miedo que pesaba sobre mi, fue sustituido por un
sentimiento de paz interior que desde entonces no he vuelto a sentir.
Casi avergonzado, por el
miedo que había sentido, abandone el lugar, cuando llegue junto a
mis amigos estos fumaban un cigarrillo de manera nerviosa.
-¿Donde cojones te
habías metido?, llevas ahí casi un cuarto de hora, me pregunto
Manolo.
-Es que no encontraba el
cassette, mentí yo.
En el coche, volví a
rebobinar la cinta, y cuando le iba a dar al botón de Play, Manolo
me dijo:
-Mira seguramente no se
ha grabado nada, pero si se ha grabado algo, no estoy seguro de como
me lo voy a tomar, a si que no deseo escuchar la grabación.
Las chicas asintieron las
dos a la vez, apoyando la decisión de manolo.
Hace diez años volví a
coincidir por casualidad con Manolo, iba acompañado por una de las
chicas de aquella noche, que la actualidad es su esposa, y de sus dos
hijos, en un restaurante de la A-4, nos saludamos y me presento a sus
hijos.
Tras las preguntas de
rigor sobre la familia, me miro fijamente a los ojos y me pregunto.
-¿Llegaste a escuchar la
cinta?.
-No, pero si quieres te
la mando por correo y la escuchas tu, le respondí divertido.
-No, creo que es mejor
seguir en la ignorancia, me dijo él.
Me quede con la cinta, no
la he escuchado nunca, ni se si la escuchare, no se si aún
funcionara siquiera, y creo que en mi casa ya no queda ningún
aparato reproductor, pero el caso es que sigo conservándola, es unos
de esos objetos fetiche que le hacen recordar a uno, lugares y
personas del pasado.
Un compañero de trabajo,
un chico joven, que tiene la misma edad que tenia yo entonces cuando
sucedió lo narrado, me comento una noche después de escuchar un
programa de Iker Jimenez dedicado a las Psicofónias.
-Esto de las Psicofónias
son paparruchas.
Le mire fijamente y le
conteste, recordando la historia,
-¿Paparruchas?,¡ los
cojones!.
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