lunes, 16 de septiembre de 2013

Relato: Venganza divina (El dispositivo III)


La secretaria miro de nuevo al hombre, llevaba viniendo día tras día, durante ya casi un mes, al edificio que la gran empresa de comunicaciones White Star tenía en la ciudad de Nueva York, quería ver al presidente de la empresa, su jefe Clive Newton, pero este le daba largas y no le recibía, el hombre vestido con un raído y viejo, pero limpio traje gris, se limitaba a esperar leyendo en un viejo libro electrónico, hasta que llegaba la hora de cerrar la oficina y entonces se marchaba, para llegar puntualmente a las ocho de la mañana y seguir esperando la ansiada entrevista.
-Nora ¿sigue ahí ese pesado? Le dijo el presidente Clive a su secretaria a través del dictáfono.
-Si señor presidenta aquí sigue.
-Bien Nora hágalo pasar, a ver que coño quiere, dijo el presidente.
Nora, la secretaria hizo pasar al hombre, al lujoso despacho.
-A ver ¿que coño quiere?, tiene usted un minuto exactamente para contármelo, después de esto si no me convence lo echare del edifico, y diré a seguridad que no lo deje pasar nunca más.
-Dígame un lugar donde le gustaría estar ahora mismo, le dijo el hombre.
-¿Como dice?, pregunto Clive.
-Que diga un lugar donde le gustaría estar aparte de este despacho, repitió el hombre.
-¿Esto que es una broma?, esta bien, me gustaría estar en el Hotel Gran Caimán de Hawai, tomándome un martini.
Entonces el hombre, metió la mano en el bolsillo y saco una especie de lo que parecía teléfono móvil, y marco en su pantalla táctil una serie de números, se produjo una fuerte explosión y del dispositivo salio un fuerte luz blanca, Clive sintió una sensación de frío, apareció de pie junto con el hombre, en una playa de arena blanca, junto a la orilla de un mar de color turquesa.
-Pero ¿que coño? farfullo Clive.
-Mire a su espalda, dijo el hombre.
Al darse la vuelta, vio la entrada de un hotel que le resulto familiar, Gran Caimán se podía leer en el rotulo de su entrada, entonces el hombre manipulo de nuevo su teléfono y tras el ruido y la luz, de repente apareció de nuevo en su despacho de Nueva York
-¿Le interesa? Pregunto el hombre.
-Me interesa, dijo Clive, posando sus ojos codiciosos en el dispositivo, ¿que quiere a cambio de eso?.
-Yo no quiero nada, solamente un favor, ¿conoce usted a Grace Smith?.
El presidente de la Star White, se encogió de hombros, en un gesto de desconocer de que le hablaban.
-Se trata de una señora mayor que limpia estas oficinas, la he conocido durante el tiempo en el que estado esperando esta entrevista, tiene un problema familiar y le haría falta cierta cantidad de dinero para salir del bache, con unos cien mil dolares bastaría.
-¿Cien mil dice usted?, Nora pase y traiga la chequera.
El presidente, hizo un cheque a nombre de Grace Smith, por cien mil dolares, y dio instrucciones a su secretaria, para que el cheque fuera entregado.
-Bien y ¿ahora que?, pregunto el Presidente.
El hombre saco de nuevo el extraño teléfono e introdujo de nuevo una serie de números, tras el ruido y la luz y esa increíble sensación de frío, aparecieron de pie en lo que parecía ser un bosque, estaba amaneciendo el aire era limpio y frío.
-¿Usted no se acuerda de mi?, pregunto el hombre.
-No, no le conozco.
-Me llamo Richard Patterson, soy ingeniero, el dispositivo que ahora es suyo, lo fabrique siguiendo unos planos de Nikola Tesla que encontré por casualidad, le dio el dispositivo no sin antes decirle que tras los dos viajes se había quedado sin batería.
-También soy el padre de Rick Patterson el niño de siete años que usted atropello y mato con su caro todoterreno mientras mi hijo montaba en bicicleta hace dos años, ni si quiera asistió usted a las sesiones del juicio que se celebro, por eso no me conoce, continuo relatando el hombre, mi mujer Betty, se murió de pena, y como era una mujer profundamente religiosa, me hizo prometer que no le haría ningún daño a a usted, ya se encargara Dios de pedirle cuentas por sus actos me dijo antes de morir.
-Esta usted loco, dijo el Presidente, saco su caro teléfono móvil que era capaz de conectarse a la red de satélites Iridium, por lo que tenía cobertura en todo el planeta, aunque comprobó asustado, que el teléfono no tenía cobertura, ¿Que le ha hecho a mi teléfono? ¿Donde estamos que no tiene cobertura? Esto es imposible.
El hombre hizo un gesto cansino y se sentó en un tocón del bosque.
-A su teléfono no le pasa nada, usted a planteado la pregunta mal no se trata de donde, si no de cuando, le informare que estamos a 50º 55'de latitud Norte y 101º 57'de longitud este, en la región llamada Tunguska, en Siberia, ahora mismo son las 07:15 horas del día 30 de junio de 1908, por lo que aún no hay satélites de comunicaciones orbitando la tierra que puedan dar cobertura a su teléfono, dentro de dos minutos exactamente un cometa caerá en la región destruyendo un total 2150 Km cuadrados de bosque, dicho esto se oyó en la lejanía una especie de poderosos trueno que aumentaba de volumen a medida que pasaba el tiempo, al parecer señor Newton, Dios viene a pedirle cuentas por sus actos, y yo estaré aquí para verlo.

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