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A modo de Prologo: Este relato es en realidad la transcripción de un hecho dramatizado en el programa de radio Milenio 3 de Iker Jimenez, titula “Julio F el cazador cazado”, emitido en la madrugada del 29 al 30 de octubre de 2011, espero que les guste.
El Relato:
Meliton Salazar, miro incrédulo, el sobre que con remite anónimo, le habían dejado en el buzón. Abrió el sobre, en el interior había una carta manuscrita, que decía así:
No se si usted creerá
mi historia, y ya dudo que en realidad haya sucedido, solo se que
desde entonces mi vida se ha convertido en un calvario, obsesionado
con el suceso, poco a poco termine abandonado de mi esposa y amigos,
perseguido por horribles pesadillas, y recordando una y otra vez una
vivencia como para volverse loco.
Madrid, domingo 05 de
febrero de 1978.
El reloj despertador me
despertó como de costumbre a las 03:00 horas de la madrugada, mi
mujer, me pregunto:
-¿ Para que has puesto
el reloj, ha estas horas?
- Para ir de caza, me ha
dicho Alberto, que en Casavieja, este año hay muchas perdices,
explique yo.
-¿Vas con Alberto?,
pregunto ella.
-No voy yo solo, conteste
-Vale ten cuidado con el
coche y abrígate que hace mucho frío, se despidió ella.
Me termine de vestir,
cogí la escopeta y la canana comprobé que estaba totalmente llena
de cartuchos Legia de 36 gramos, y como era ya costumbre me metí
otros cinco cartuchos en el bolsillo del pantalón, por si acaso,
llame a Mus mi fiel perro un Pointer Ingles, ambos nos dirigimos al
coche.
El Seat 124, estaba
totalmente escarchado, tanto que tuve que rascar el parabrisas para
quitar el hielo, puse en el radio-cassette del vehículo la cinta de
Jorge Cafrune, un canta autor argentino por aquella época de moda.
Ya en el coche sentí la
apremiante necesidad de dirigirme hacía la N-II en vez de dirigirme
a Casavieja (Avila), tal y como tenía programado.
Cuando llegaba unos cien
kilómetros, a las 04:45 horas de la madrugada, paré en el Hostal
113 de la N-II, que a esas horas estaba abierto, con objeto de tomar
un café, cuando pase al local, el olor a pino era casi agobiante, el
local estaba vacío y tras la barra, había un camarero, el camarero
más extraño que he visto en mi vida, mediría casi dos metros,
tenía peluca y y llevaba puestos unos guantes de plástico de color
amarillo.
- Buenos días, salude
yo.
-¿Que va a ser?,
pregunto el extraño camarero.
-Un café solo y una copa
de Chinchón, pedí yo.
Me puso el pedido y
hablamos del tiempo, y de cosas sin importancia, le pregunte, si por
la zona había alguna zona libre para cazar y me dijo que una de las
mejores zonas que aún no estaban acotadas se encontraban pasado el
pueblo de Medinacelli en dirección a Varahona, que allí había
bastante caza, pague la consumición, 52 pesetas y volví al coche.
Pasado el Pueblo de
Medinacelli, en un camino que se dirigía al paraje que me había
dicho el camarero, se paró el Seat 124, contrariado me baje del
coche, se bajo también Mus, ya que al parecer tenía ganas de
orinar.
Levante el capó del
vehículo, parecía que todo estaba bien, cuando de repente vi
acercarse, a dos tipos de unos dos metros de altura, con los brazos
pegados al cuerpo, con una cabeza muy grande sin pelos en la misma,
ni en la cara, no tenían ni cejas, ni pestañas, con grandes ojos de
color azul claro, y nariz prominente, asustado, abrí el maletero del
coche y saque la escopeta que me colge en el hombro, al ver esto uno
de estos extraños seres, me dijo, sin mover la boca:
-Tranquilo, no te
asustes, no pasa nada.
Después me invitaron a
seguirles, tanto a Mus como a mi, nos costaba trabajo seguirles el
paso ya que avanzaban dando grandes zancadas, al subir una cuesta del
camino y volver a bajarla, vi la escena más rara que he contemplado
en mi vida, allí a unos 20 centímetros sobre el suelo, se
encontraba una especie vehículo fabricado en alguna aleación
metálica, en forma de seta, de unos 70 metros de diámetro y cuatro
pisos de altura, asustado retrocedí unos metros, en ese momento uno
de los seres me volvió a tranquilizar.
De repente bajo del
centro del ingenio una especie de ascensor circular de unos cuatro
metros de diámetro, del que se abrió una puerta de guillotina hacia
arriba.
Acompañado de estos dos
seres, entramos en el ascensor junto con Mus, en ese momento tanto la
escopeta como la navaja que llevaba en el bolsillo se movieron hacia
arriba, , ya que parecían ser atraídas por algún fenómeno
magnético.
El ascensor nos condujo
a una sala circular de unos 15 metros de diámetro y unos cinco
metros de altura terminada en cúpula, había en la sala otros cuatro
seres más como los que acompañaban, uno de los cuales estaba
sentado en una especie de silla, terminada en pico, que no disponía
de ningún apoyo al suelo, si no que parecía levitar sobre el mismo,
esta silla estaba frente a un gran teclado y encima de este había
una especie de pantalla plana de vidrio de color oscuro.
Tanto la sala, como el
ascensor estaban bien iluminados, pero no se veía ningún punto de
luz, si no que la luz provenía de todas las partes, llamaba también
la atención que tanto mis pisadas como las del perro sonaban en el
suelo metálico, mientras que las pisadas de los seres eran
completamente silenciosas.
Uno de estos seres, me
pidió permiso para examinar al perro, a lo que yo accedí, cogieron
al animal, lo pusieron encima de una especie de mesa, que también
parecía levitar sobre el suelo y con una especie de extraña jeringa
le extrajeron un muestra de sangre.
Después me invitaron a
que me desnudara, me despoje de la escopeta y de la ropa, quitando el
reloj y la cadena y crucifijo que llevaba colgado al suelo, me tumbe
en esa especie de extraña camilla y una esfera metálica se situó
encima de mi, de la esfera salieron una especie de hilos que
terminaban en un foco de luz, estos hilos se introdujeron por todos los orificios de mi cuerpo, me realizaron un chequeo médico.
Terminado este, me
invitaron de nuevo a vestirme, algo nervioso saque un cigarro de mi
paquete de Ducados y empecé a fumar, uno de estos seres sintió
curiosidad y extrayendo otro cigarrillo del paquete se lo mostré.
También sintieron
curiosidad por la escopeta, que yo me había vuelto a colgar en el
hombro, se la deje a unos de estos seres, y sacándome dos cartuchos
del bolsillo, y ayudado con la navaja los abrí mostrando su
interior, al decirle que cazaba animales por placer, observe en sus
rostros un gesto de disgusto.
Sonó entonces un bip,
bip, y la pantalla plana de cristal oscuro se volvió de repente
clara, en la misma apareció la cara de un ser parecido a los que
estaban en la sala, pero daba la impresión de ser más viejo, empezó
a hablar en un idioma que parecía una mezcla entre el alemán y el
chino.
Me invitaron a sentarme
en una de las sillas, de esta aparecieron unas correas metálicas,
que me sujetaron a la misma, sentí un fuerte tiro hacia abajo, de
repente perdí la visión, como si me hubiera quedado ciego, luego me
explicaron que esto son los efectos de sufrir una gran aceleración.
Tuve entonces miedo de
que me hubieran secuestrado para siempre, pero de nuevo uno de estos
seres me tranquilizo diciéndome que volveríamos, de repente la
cúpula superior se abrió mostrando unos grandes ventanales, a
través de los cuales se veía el planeta tierra, estábamos en
orbita.
Mas tarde regresamos, ya
de nuevo en tierra, me dijeron que podría marcharme, entonces se me
ocurrió preguntarles que de donde provenían y en mi mente se dibujo
lo siguiente 7 3 )cuadrado(,
me acompañaron hasta el
ascensor y bajamos Mus y yo solos, poco a poco caminamos hasta el
Seat 124, había amanecido ya, mi reloj de pulsera estaba parado en
las 05:30 horas, la hora en la que subimos en la nave, mientras que
el reloj del salpicadero del coche marcaba las 07:30 horas, habíamos
estado dos horas en el interior del vehículo.
Sin atreverme a arrancar
el vehículo, espere para ver si veía despegar la nave que se
encontraba a unos 300 metros detrás de la cuesta del camino, a las
12:00 horas de la mañana el vehículo no había despegado aún,
armándome de valor volví caminando al lugar y en el mismo ya no
había nada.
Un mal sueño, pensé,
esto ha sido un mal sueño, al volver al coche, este arranco a la
primera, cada vez más convencido de que en realidad el hecho no
había sucedido, me metí la mano en el bolsillo del pantalón, y
palpe en el interior del mismo tres cartuchos, un escalofrío de
miedo recorrió mi espalda, faltaban dos de los cartuchos.
Señor Salazar, mi nombre es Julio F y esta es mi
alucinante historia.
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