Con
el azadón tapando de la reguera a los tablares y eras estaba el
mozo nieto de la Filomena en la huerta desde la amanecida. De
compaña solo había la mula “Carbonera” que a paso lento y en
vueltas
de la noria dando vueltas estaba. La Filomena, y la
Isabel, su
madre, bajaronse a la villa temprano con los productos de
la huerta
camino del pueblo para llegarse a la Plaza del Mercao,
donde
la posada legal estaba, para poner a vista las hortalizas y
verdes
para su venta. Día si, y otro también casi, ponían el puesto
con
la fresca, aunque sus noches en la casilla de la Isabel pasaban
en
quintería. El carro les valía en el transporte enganchando la
otra
mula, y en esos despacios se llegaban a los sitios a sus horas
convenidas
Entre
matas de tomate y verduras mirando cómo se llegaba el agua
de la
reguera cuando a lo lejos divisó dos figuras de dos hombres en
sus
monturas. Mulas eran visto desde lo lejos. Se acercaban por el
camino Los Marotos, que desviaba del de Villacañas a la altura
del
palomar de la tía Pilar de “Cuatrojos”.
No
le resulto de
extrañeza, este camino tenía mucho paso de carros en
idas y
venidas, de arrieros, de gañanes, de mulas en riata y gentes
de
pasar todos los días. De este paso a poco quedaba la casilla, y
de
normal era el saludo desde largo, y otros de a más cerca si se
llegaban a que bebieran agua las mulas del pilón junto a la casa.
Conocioles
bastante antes de llegarse a donde el chico se estaba, las
dos caras
de los hombres le eran conocidas, de vista y de cosas oídas.
Estas
últimas casi mas por desventuras que por dichas. Aunque a
la
postre, las mismas, no fueran malas del todo.Se acercaban los hombres
por el camino a la llegada del carril de
entrar a la huerta, lleno
de arboles de fruta de distintas clases.
Levantó
el brazo el chico como señal de confianza viendo
acercárseles
hasta que casi al pie se bajaron de sus mulas.
-Bienvenida
esta gente paz a la casilla de la Filomena-, habló el
muchacho. Y
si en algo he de ser de ayuda, digan, que desde agua
fresca para las
mulas y alguna fruta puedo ofrecerles si en ello
precisan.
-Adiós,
muchacho-, contesto uno de los dos que venían en saludo de
llegarse
a encuentro. Era Alonso Hernández, que por compañía iba
de Ruy
Mambarrejón.
-Gracias
a la tuya hospitalidad damos, muchacho. No llevamos
así mismo mucha
prisa aunque debemos llegar un poco a lo largo,
pero como al paso
quedamos, dejaremos que beban las mulas y
estiramos
las piernas con unos pasos.
-Pues
avénganse al poyete de la casilla mientras un melón de
agua
abrimos, por lo menos. De paso, doy descanso a la mula que de
algún
venirle bien será. Bastantes días de quintería y sin bajar al
pueblo
me llevo, y veo que se llegan por Los Marotos. No es de mi
incumbencia saber adónde van sus pasos, si acaso ustedes dirán.
-
No llevamos ningún trajín-, dijo Ruy Mambarrejón. Acercarnos
vamos a lo más atrás del Caz de la laguna Grande y sin pasar a la
frontera de Quero. Adonde el Ciguela hace vuelta y el agua entra.
Es
ver la situación, que entre unos y otros, de Justicia propia y de
otros Tribunales a mal traer nos tienen. Y tuvieron. Más a lacalma
se está últimamente y pareciere que las corrientes de las
aguas
ya más placadas vienen.
-
De eso se y oído. Al por cierto. No me llego a saber si el tío
Nieves, al
que recado le di para usted llegó a tiempo.
-Ah,
ya se. Si, tuvimos encuentro en el otro día anocheciendo
cruzándonos por la calle Tesorero. Y bien que me contó de las
cosas
tuyas que tienes en pensamiento. De llegarnos para casquera
con
otros
donde el mesón de La Chela. Según se explicó me pareció bien
el
encuentro. Y de no haber ningún surge allí estaremos, que no es
mala cosa participar y aprender oyendo. De saber, también, que de
fe y costumbres sois por tu familia y de otros menesteres de
escritura
que os traéis mozas y mozos en la casa del Hondillo.
-Eso
me da alegría y contento, de saber de su gusto en ello-. Dejó
caer
el muchacho al oír hablar de tal manera a Ruy
Mambarrejón.
Mientras
se limpiaba la boca con el mangote por causa del melón de
agua que
estaba aguanoso, Alonso Hernández, comentaba que el
camino de ir a
los Marotos se encontraba bien para andarlo seguido.
No
tanto del camino el Riato, que llegando por los Cocotes agua
había
en abundancia, tal como la naturaleza dice de esta zona
debe haber,
siendo agua de la Dehesa Boyal que hasta a esas zonas
se
llega. Y que de oído tiene entendido que dicen que quieren formar
malecón y sejar el agua, incluso arar el Riansares que de natural
cauce se viene hacia la Villa Franca. Gustos que de muchos del
pueblo no son, que a la naturaleza sabia espacio se le ha de
dejar,supuesto de siempre así ha sido. Que no está de mal
aprovechar los
pastos, juncos y carrizos en un común de todos y no
por gusto de solo
unos pocos cambiar las cosas, que de antiguo han
sido, en propios y
únicos
beneficios.
Mientras
en el poyete se estaban los dos hombres de paso con el melón
entre
las manos y navaja cortando, el mozo Camuñas se hacía
preguntas
dentro de sí
por causa de ellos. De verdaicas que
cuestiones
le tenían en vilo y de ganas de interesarse. No sabiendo
muy bien
como atinar sin dar pie a molestia se atrevió a decir de
forma
volandera:
-
En la plazuela de las Cuatro Esquinas hablaban vecinos de
ustedes
los otros tiempos de invierno haciendo plaita durante los
temporales. De pasar cerca y de oir que dijeron de sus vidas muy
semejantes
eran a la vida del afilador por causa de pleitos y de las
justicias
forasteras. De hablar en alto lamentaban que estas a sí
mismas se
daban razón en causas que debieran ser justas, más a
ustedes
a un mal retrotero les han traído durante muchos tiempo,
años
seguidos casi, y sin avenirse a lo de la venda de la justicia
ciega.
-Chico,
hombres somos ya algo lanteros-, habló Ruy Mambarrejón
mirando a
su compañero Alonso Hernández. De costumbre ya
tenemos de soportar
injusticias que desamparan esta villa. Y cierto
es
de lo que en mas o en menos hablaran los vecinos por aquella
plazuela de las Cuatro Esquinas. De resumir, en claro, digo.Remedio
solo hubo de irnos al Ciguela río, por donde comienza el caz
de
la laguna, que hubiendo enfrente y al otro lado molino harinero
forastero que pensábamos amigo, de su ocurrencia fue en principio
cortar el agua del propio rio dejándonos a espeje tanto el canal
como también la Dehesa de común de todos, con tal de echarse toda
el agua a su molino propio, sin preguntar acuerdos ni a otra casa
de
justicia. De aquel día de llegarnos al sitio, visto lo visto, no
hubo
más remedio que con otros vecinos deshacer lo que el molinero
aquel,
el de Esteban Fernández, hizo. Destapamos toda la tierra y
mucha
que en forma de reguera grande desviaba la corriente a favor
suyo.
De
esas raíces nos llevaron a pleito. Y que sepas, la casa de justicia
era la propia de ellos. Cárcel y dineros pidieron mucho a nuestra
contra, y de por sí, a esta nuestra villa.
La explicación es un
poco a la ligera, que sin tener prisa llevamos,
de acudir a aquellos
lugares de nuevo vamos. Si encuentro tenemos
en el mesón de La
Chela, en Pozo Palacios o por el malecón si se
tercia hablaremos en
despacio de estas historias que en desventuras
fueron nuestras. A tu
mula puedes poner a seguir de riego y andar
en las faenas de tu
huerta esta, nosotros agradecidos partimos
saciadas las mulas del
pilón de agua, con las gracias del melón de
agua y las frutas tan
cordialmente ofrecidas.
En
ello, pues, nos quedamos. Al final del mes natural para hablar
en
parlamento de esas escrituras que dices, con cena puesta y en
mesa
con los otros algunos. No ha de ser preocupación de espera, que
a
la hora convenida, de anocher dicho, estaremos sin falta.
Por Domingo Camuñas
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