Aconteció
que cierta anochecida, se produjo un altercado entre entre el tal
Miguel de Cervántes Saavedra, que pasaba entretenido alguna que otra
hora en el Mesón, con el oficio de escribir y un vecino de la Villa,
que se llamaba Doroteo, al que apodaban “el cagón” y que pasaba
alguna que otra hora en el mesón con el oficio de beber, ya que era
el borracho oficial del lugar.
La
disputa termino con un soberbio “soplamocos” que le propino el de
Saavedra, al tal “Cagón” después de que este, nublado por los
vapores del morapio mentara alguna cosa que no viniera a
cuento, con tal suerte, que resulto manchado su lienzo, ya que
después de la sonora bofetada, de la nariz de Doroteo empezó a
manar un hilillo de sangre.
Al
verse ofendido, Doroteo, como es costumbre en la gente de su calaña,
abandono con el rabo entre las piernas el Mesón, y fue en busca de
Autoridad, al objeto de denunciar la agresión, topándose en su
camino, con la Cuadrilla de la Santa Hermandad, que en esos momento
volvía de ingresar reo en la cárcel de Alcázar de San Juan.
Fue
así de esa manera como Melquiades Fernández de Avilés, y su
compañero de cuadrilla Saturnino Malasaña Sánchez tuvieron
conocimiento del hecho.
Los
de las “mangas verdes”, despidieron al “Cagón” y le
recomendaron dormir la “turca” en su casa, advirtiéndole que si
era su elección podría dormirla, si él quisiera en la cárcel
de la Villa-Franca, y dar de paso compañía al carcelero, que en
esas fechas andaba algo triste.
Se
dirigieron después los cuadrilleros al Mesón de la Villa-Franca,
entrando Melquiades y Saturnino en el local, con la mano derecha
descansando en el pomo de la espada, se dirigieron al forastero que
tranquilamente al lado del fuego y acompañado de una jarra de vino y
una “tapeja” de queso, escribía en un lienzo con ayuda de una
pluma.
*Melquiades -Buenas noches tenga vuesa merced.
*D. Miguel -Buenas noches tengáis vos señor Jefe Cuadrillero y su acompañante de la Santa Hermandad.
*Melquiades -¿Tendría la bondad de dar razón de su nombre y oficio?.
*D. Miguel -Miguel me llamo, Cervantes de Saavedra me apellido, Soldado Veterano de Lepanto soy, y en tal lugar recibí “regalo” del “Turco” (mostrando en ese momento a Melquiades, el muñón de su brazo izquierdo, pues el forastero era manco), por tal “regalo”, recibí en su día licencia de su majestad el nuestro Rey, cambiando en ese momento el oficio de la espada por el de la pluma, ya que me gano, el sustento, con el ingenio de mi seso. ¿Podríais vos darme razón de vuestro nombre?, aunque de sobra sé, que vuesa merced, no tiene obligación.
*Melquiades -Melquiades Fernández de Avilés, Jefe Cuadrillero de la Santa Hermandad Vieja de Ciudad Real, en aquesta zona, en la que ahora vos estáis. Soldado Veterano al igual que vos, ya que serví en Tercio Viejo, bajo las aspas de Borgoña, en el sitio de Flevo, con el Duque de Espínola como Capitán. Y en donde un hereje “cabrón” juzgado de Dios, me regalo con su daga, “linda mojada” en la pierna derecha, de tal suerte que desde aquel día ando las más de la veces “cojitranco”.
*D. Miguel -¿Pues vuesa merced, dirá para que se requiere mi persona?.
*Melquiades -Pues vera D. Miguel, venía a hablarle de cierta pelea...
*D. Miguel -Señor Jefe Cuadrillero ¿en aquestos lares, al espantar de una mosca, llaman pelea?, sepa vuesa merced, que al igual que se mata una mosca de un golpe certero, un solo bofetón a bastado para echar a aquel grosero, de aqueste Mesón, marchándose el desgraciado con el rabo entre las piernas, dejando en paz al paisanaje y a mi mesmo.
Se
meso entonces Melquiades, el mostacho y asintiendo con la cabeza dio
zanjada la cuestión, después de dar buenas noches a la “parroquia”
que estaba en el Mesón, salieron los de las “mangas verdes” a la
calle.
*Saturnino -¿Melquiades, va vuesa merced a denunciar el entuerto ante el Gobernador?.
*Melquiades – Hay Saturnino, por este asunto no merece la pena emborronar pliego alguno, y además “ese tonto la pitorra”, refiriéndose al “Cagon” , hace tiempo que lleva pidiendo a gritos, de propina un bofetón, que para lo fría que esta la noche no le vendrá mal del todo, ya que así duerme más caliente.
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