Se despertó bañado en sudor, el hombre sin nombre, miro su Rolex de oro, las 03:00 de la madrugada, había soñado que tenia de nuevo once años y se encontraba en Srebrenica, escondido debajo de la cama, mientras cuatro paramilitares serbios de la milicia de “Los Escorpiones” violaban y degollaban a su hermana Anna.
El hombre sin nombre había nacido el día 20 de octubre de 1884, en el seno de una familia de origen Serbo-Bosnio, su padre era serbio y su madre bosnia, se había criado junto con sus dos hermanas en un piso de Sarajevo, donde habían vivido hasta el estallido de la guerra.
Un día su padre al volver a casa, fue abatido en un puente de la ciudad por disparos de un franco tirador serbio, cuando volvía de las colas de racionamiento.
Su madre asustada, se había trasladado a Srebrenica con él y con sus dos hermanas, huyendo de la guerra, buscando el amparo de los 400 cascos azules holandeses que supuestamente controlaban la ciudad y que tenía la calificación de zona segura.
Su madre murió, junto con una de sus hermanas, cuando una granada de mortero hizo explosión a dos metros de la fila de racionamiento donde ambas se encontraban haciendo cola.
En 1995, con la indiferencia del resto de Europa, y teniendo de rehenes a 55 cascos azules holandeses, miembros del ejercito regular y de las milicias paramilitares serbias, llevaron a cabo un genocidio étnico en la ciudad asesinando a 8000 personas, entre ellas su hermana Anna de 15 años de edad.
Mas tarde se descubrirían varias fosas comunes en las afueras de la ciudad, donde aparecerían numerosos cadáveres con las manos atadas a la espalda mediante alambres, casi todos ellos degollados.
Sobrevivió mendigando medio desnudo por las calles de la ciudad, aguantando el terrible frío en invierno y soportando las innumerables palizas que otros chicos mayores le propinaban para robarle la ración de pan y agua que a veces conseguía.
Con la recuperación de la ciudad por parte de la Armija Bosnia, varios soldados debido a su ascendencia serbia por parte de padre, le dieron tal paliza, que si no hubiera sido por la intermediación de un Sargento de la Legión de los Cascos azules Españoles con destino en Mostar, lo habrían matado.
El Sargento, se apiado de el él, y lo saco del infierno, mandándolo a España y comenzando los tramites para su adopción, pero resulto que el Sargento pereció en una acción de guerra y la viuda se desentendido del niño.
Su vida de nuevo se convirtió en un calvario, con el lastre del idioma, paso de casa de acogida en casa de acogida, sin que ninguna familia quisiera adoptarlo, aunque debido a su condición de refugiado político nunca se planteo se repatriación.
Le toco pelear con muchachos de su edad, algunos de ellos jóvenes delincuentes provenientes de familias des estructuradas, a los 16 años dominaba el idioma y sentía gran curiosidad por la informática, se sumergió en su estudio con avidez, para poder así evadirse de su realidad.
Con 17 años obtuvo la nacionalidad española, y al cumplir los 18, ingreso en la Legión en el grupo de operaciones especiales, donde conocería a otro muchacho, al que apodaban Sentencia.
A los 22 años, pidió la licencia con el dinero y los conocimientos adquiridos, sintiendo un gran desprecio por el resto de la humanidad, se dedico a su nueva vida dedicada al delito.
Uno de sus primeras operaciones la dedico a tratar de identificar a los cuatro hombres del grupo paramilitar serbio “Los Escorpiones” que en junio de 1995, habían violado y degollado a su hermana Anna, mientras el se orinaba de miedo debajo de su cama.
Los logro identificar, pero resulto que tres de ellos habían muerto en la guerra a manos de la Armija, pero que el Jefe del Grupo un tal Ratko Zvorkit, bajo una identidad falsa, se escondía, que casualidad, en un chalet de un pueblo de Valencia. Encargo el trabajo a su amigo Sentencia, que secuestro al hombre y lo llevo a un sótano en construcción de las afueras de Madrid, desnudo y atado de pies y manos mediante alambres, practicaron durante toda la noche torturas más propias de medievo, posteriormente mientras el pobre desgraciado suplicaba clemencia, el hombre sin nombre, valiéndose de una sierra de carpintero le amputo la pierna derecha y enrollando una bolsa de plástico en su cabeza lo asfixio entre terribles sufrimientos.
Luego extrayendo la tibia de la pierna, mando hacer con ella una bonita pipa de hueso tallado, el artesano que se la hizo le pregunto que de que animal era el hueso, de cerdo respondió él. Así que ahora, cada vez que el hombre sin nombre, tiene pesadillas, se sienta en su sillón favorito y fuma en su bonita pipa de hueso tallado, cargada de tabaco aromático, para exorcizar sus demonios.
El hombre sin nombre había nacido el día 20 de octubre de 1884, en el seno de una familia de origen Serbo-Bosnio, su padre era serbio y su madre bosnia, se había criado junto con sus dos hermanas en un piso de Sarajevo, donde habían vivido hasta el estallido de la guerra.
Un día su padre al volver a casa, fue abatido en un puente de la ciudad por disparos de un franco tirador serbio, cuando volvía de las colas de racionamiento.
Su madre asustada, se había trasladado a Srebrenica con él y con sus dos hermanas, huyendo de la guerra, buscando el amparo de los 400 cascos azules holandeses que supuestamente controlaban la ciudad y que tenía la calificación de zona segura.
Su madre murió, junto con una de sus hermanas, cuando una granada de mortero hizo explosión a dos metros de la fila de racionamiento donde ambas se encontraban haciendo cola.
En 1995, con la indiferencia del resto de Europa, y teniendo de rehenes a 55 cascos azules holandeses, miembros del ejercito regular y de las milicias paramilitares serbias, llevaron a cabo un genocidio étnico en la ciudad asesinando a 8000 personas, entre ellas su hermana Anna de 15 años de edad.
Mas tarde se descubrirían varias fosas comunes en las afueras de la ciudad, donde aparecerían numerosos cadáveres con las manos atadas a la espalda mediante alambres, casi todos ellos degollados.
Sobrevivió mendigando medio desnudo por las calles de la ciudad, aguantando el terrible frío en invierno y soportando las innumerables palizas que otros chicos mayores le propinaban para robarle la ración de pan y agua que a veces conseguía.
Con la recuperación de la ciudad por parte de la Armija Bosnia, varios soldados debido a su ascendencia serbia por parte de padre, le dieron tal paliza, que si no hubiera sido por la intermediación de un Sargento de la Legión de los Cascos azules Españoles con destino en Mostar, lo habrían matado.
El Sargento, se apiado de el él, y lo saco del infierno, mandándolo a España y comenzando los tramites para su adopción, pero resulto que el Sargento pereció en una acción de guerra y la viuda se desentendido del niño.
Su vida de nuevo se convirtió en un calvario, con el lastre del idioma, paso de casa de acogida en casa de acogida, sin que ninguna familia quisiera adoptarlo, aunque debido a su condición de refugiado político nunca se planteo se repatriación.
Le toco pelear con muchachos de su edad, algunos de ellos jóvenes delincuentes provenientes de familias des estructuradas, a los 16 años dominaba el idioma y sentía gran curiosidad por la informática, se sumergió en su estudio con avidez, para poder así evadirse de su realidad.
Con 17 años obtuvo la nacionalidad española, y al cumplir los 18, ingreso en la Legión en el grupo de operaciones especiales, donde conocería a otro muchacho, al que apodaban Sentencia.
A los 22 años, pidió la licencia con el dinero y los conocimientos adquiridos, sintiendo un gran desprecio por el resto de la humanidad, se dedico a su nueva vida dedicada al delito.
Uno de sus primeras operaciones la dedico a tratar de identificar a los cuatro hombres del grupo paramilitar serbio “Los Escorpiones” que en junio de 1995, habían violado y degollado a su hermana Anna, mientras el se orinaba de miedo debajo de su cama.
Los logro identificar, pero resulto que tres de ellos habían muerto en la guerra a manos de la Armija, pero que el Jefe del Grupo un tal Ratko Zvorkit, bajo una identidad falsa, se escondía, que casualidad, en un chalet de un pueblo de Valencia. Encargo el trabajo a su amigo Sentencia, que secuestro al hombre y lo llevo a un sótano en construcción de las afueras de Madrid, desnudo y atado de pies y manos mediante alambres, practicaron durante toda la noche torturas más propias de medievo, posteriormente mientras el pobre desgraciado suplicaba clemencia, el hombre sin nombre, valiéndose de una sierra de carpintero le amputo la pierna derecha y enrollando una bolsa de plástico en su cabeza lo asfixio entre terribles sufrimientos.
Luego extrayendo la tibia de la pierna, mando hacer con ella una bonita pipa de hueso tallado, el artesano que se la hizo le pregunto que de que animal era el hueso, de cerdo respondió él. Así que ahora, cada vez que el hombre sin nombre, tiene pesadillas, se sienta en su sillón favorito y fuma en su bonita pipa de hueso tallado, cargada de tabaco aromático, para exorcizar sus demonios.
Joder con el inicio de la historia
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